viernes, 18 de diciembre de 2015

Maria, tu sabias? (Mary did you know?) En español por Carlos Moyano


Maria sabias que tu hijo Jesus caminaria en las aguas, 
Maria sabias que tu hijo Jesus salvara la humanidad, 
sabias que tu hijo Jesus a venido a renovar, las fuerzas de aquellos que no pueden continuar. 

Maria sabias que tu hijo Jesus dara la vista al ciego, 
Maria sabias que tu hijo Jesus calmara la tempestad, 
sabias que tu hijo Jesus desde el cielo descendio, y cuando besas su mejilla besas el rostro de Dios. 

Maria sabias queeeeeee 

El ciego vera, el sordo oira, la paz él brindara, corazones parara y libres podran en victoria caminar. 

Maria sabias que tu hijo Jesus es el hijo de Dios, 
Maria sabias que tu hijo Jesus sanara todo dolor, 
sabias que tu hijo Jesus desde el cielo descendio, el bebe que esta 
en tus brazos él es el Salvador. 

sábado, 12 de diciembre de 2015

los caminos...

“Cuando ante ti se abran muchos caminos y no sepas cuál recorrer, no te metas en uno cualquiera al azar: siéntate y aguarda. Respira con la confiada profundidad con qué respiraste el día en que viniste al mundo, sin permitir que nada te distraiga: aguarda y aguarda más aún. Quédate quieta, en silencio, y escucha a tú corazón. Y cuando te hable, levántate y ve donde él te lleve...”

Susanna Tamaro

domingo, 22 de noviembre de 2015

CRISTO REY

Del Prefacio de la Misa:
En verdad es justo y necesario, 
es nuestro deber y salvación, 
darte gracias
siempre y en todo lugar, 
Señor, Padre santo, 
Dios todopoderoso y eterno. 
Porque consagraste Sacerdote eterno
y Rey del universo 
a tu único Hijo, nuestro Señor Jesucristo, 
ungiéndolo con óleo de alegría
para que , ofreciéndose a sí mismo
como víctima perfecta y pacificadora
en el altar de la cruz, 
consumara el misterio de la redención humana; 
y , sometiendo a su poder la creación entera, 
entregara a tu majestad infinita
un reino eterno y universal; 
el reino de la verdad y la vida, 
el reino de la santidad y la gracia, 
el reino de la justicia, el amor y la paz. 
...

domingo, 1 de noviembre de 2015

"Jesús enseña sin ruido de palabra"

" Jesús no necesita de libros ni doctores para instruir a las almas; El, Doctor de los doctores, enseña sin ruido de palabra. Nunca le oí hablar, pero sé que está en mí. En todos los instantes me guía y me inspira, y precisamente en el momento en que las necesito es cuando descubro claridades desconocidas hasta entonces. Regularmente no brillan a mis ojos en las horas de oración, sino en medio de las ocupaciones del día. "
Santa Teresita del Niño Jesús. 

miércoles, 21 de octubre de 2015

que todos conozcan a Cristo



"DEBO TRABAJAR CON CELO DISCRETO Y CONSTANTE

POR ATRAER A TODOS A QUE CONOZCAN A CRISTO
Y LE SIRVAN.

AÚN MÁS: CON ORACIONES".

SANTA RAFAELA  APUNTES ESPIRITUALES. P. 1073

martes, 13 de octubre de 2015

organizarse.

«Si en la vida quieres gestionar bien el tiempo, quizás lo único que necesitas sea algo tan sencillo como hacer una pausa».

Santo Tomás Moro

domingo, 11 de octubre de 2015

Dios nos da su Misericordia

..."Todas las personas no pueden parecerse; ha de haberlas de diferentes clases, para honrar especialmente cada una de las perfecciones divinas. A mí dióme su MISERICORDIA INFINITA, y a través de este inefable espejo, contemplo sus demás atributos. Todos así me parecen radiantes de Amor; la misma Justicia, más quizá que ningún otro, me parece revestida de amor"....
Santa Teresita del Niño Jesús. 

El Corazón de Jesús. CASA DE ENCUENTRO



BETANIA, 
casa de encuentro, 
comunidad de amor y 
corazón de humanidad. 

De la bula de convocatoria al AÑO DE LA MISERICORDIA.

n° 17.-..."Nunca me cansaré de insistir en que los confesores sean un verdaderos signos de la misericordia, del Padre. Ser confesores no se improvisa. Se llega a serlo cuando, ante todo, nos hacemos nosotros penitentes en busca de perdón. Nunca olvidemos que ser confesores significa participar de la misma misión de Jesús y ser signo concreto de la continuidad de un amor divino que perdona y que salva..... "

sábado, 10 de octubre de 2015

Año de la Misericordia

Bula de la convocación al año santo de la misericordia

 n°15. En este Año Santo, podremos realizar la experiencia de abrir el corazón a cuantos viven en las más contradictorias periferias existenciales, que con frecuencia el mundo moderno dramáticamente crea. ¡Cuántas situaciones de precariedad y sufrimiento existen en el mundo hoy! Cuántas heridas sellan la carne de muchos que no tienen voz porque su grito se ha debilitado y silenciado a causa de la indiferencia de los pueblos ricos. En este Jubileo la Iglesia será llamada a curar aún más estas heridas, a aliviarlas con el óleo de la consolación, a vendarlas con la misericordia y a curarlas con la solidaridad y la debida atención. No caigamos en la indiferencia que humilla, en la habitualidad que anestesia el ánimo e impide descubrir la novedad, en el cinismo que destruye. Abramos nuestros ojos para mirar las miserias del mundo, las heridas de tantos hermanos y hermanas privados de la dignidad, y sintámonos provocados a escuchar su grito de auxilio. Nuestras manos estrechen sus manos, y acerquémoslos a nosotros para que sientan el calor de nuestra presencia, de nuestra amistad y de la fraternidad. Que su grito se vuelva el nuestro y juntos podamos romper la barrera de la indiferencia que suele reinar campante para esconder la hipocresía y el egoísmo.
Es mi vivo deseo que el pueblo cristiano reflexione durante el Jubileo sobre las obras de misericordia corporales y espirituales. Será un modo para despertar nuestra conciencia, muchas veces aletargada ante el drama de la pobreza, y para entrar todavía más en el corazón del Evangelio, donde los pobres son los privilegiados de la misericordia divina. La predicación de Jesús nos presenta estas obras de misericordia para que podamos darnos cuenta si vivimos o no como discípulos suyos. Redescubramos las obras demisericordia corporales: dar de comer al hambriento, dar de beber al sediento, vestir al desnudo, acoger al forastero, asistir los enfermos, visitar a los presos, enterrar a los muertos. Y no olvidemos las obras de misericordia espirituales: dar consejo al que lo necesita, enseñar al que no sabe, corregir al que yerra, consolar al triste, perdonar las ofensas, soportar con paciencia las personas molestas, rogar a  Dios por los vivos y por los difuntos.
No podemos escapar a las palabras del Señor y en base a ellas seremos juzgados: si dimos de comer al hambriento y de beber al sediento. Si acogimos al extranjero y vestimos al desnudo. Si dedicamos tiempo para acompañar al que estaba enfermo o prisionero (cfr Mt 25,31-45). Igualmente se nos preguntará si ayudamos a superar la duda, que hace caer en el miedo y en ocasiones es fuente de soledad; si fuimos capaces de vencer la ignorancia en la que viven millones de personas, sobre todo los niños privados de la ayuda necesaria para ser rescatados de la pobreza; si fuimos capaces de ser cercanos a quien estaba solo y afligido; si perdonamos a quien nos ofendió y rechazamos cualquier forma de rencor o de odio que conduce a la violencia; si tuvimos paciencia siguiendo el ejemplo de Dios que es tan paciente con nosotros; finalmente, si encomendamos al Señor en la oración nuestros hermanos y hermanas. En cada uno de estos “más pequeños” está presente Cristo mismo. Su carne se hace de nuevo visible como cuerpo martirizado, llagado, flagelado, desnutrido, en fuga ... para que nosotros los reconozcamos, lo toquemos y lo asistamos con cuidado. No olvidemos las palabras de san Juan de la Cruz: « En el ocaso de nuestras vidas, seremos juzgados en el amor ».[12]

RECONOCER EL MISTERIO

 “Elías fue un hombre como nosotros. Andrés, Pedro, Santiago y Juan fueron hombres como nosotros. Como ellos, nosotros venimos con nuestras debilidades a Cristo para que Su fortaleza pueda ser glorificada en la transformación de nuestra debilidad. Un día tras otro el hombre exterior se desmorona y derrumba, y el hombre interior, el Hombre Celestial, nace y crece en sabiduría y conocimiento a los ojos de los hombres, que no pueden reconocerlo. Tampoco nosotros podemos reconocernos a nosotros mismos en la imagen que de Él se forma en nosotros, porque todavía no poseemos los ojos adecuados para verle. Sin embargo, sospechamos que Él está presente en el misterio no revelado a los sabios y prudentes. Sentimos sus ojos sobre nosotros cuando nos sentamos bajo la higuera y en ese momento nuestras almas se abren a la vida al toque de Su dedo oculto. Este destello de fuego es nuestra soledad, que sin embargo nos une a todos nuestros hermanos. Es el fuego que ha avivado al Cuerpo Místico desde Pentecostés de manera que cada cristiano es, al mismo tiempo, un ermitaño y la Iglesia en su conjunto, y todos nosotros somos miembros los unos de los otros. A nosotros nos toca reconocer el misterio de que tu corazón es mi ermita y de que el único camino de que dispongo para adentrarme en el desierto es cargando con tus tribulaciones y dejándote a ti las mías”. (29 de noviembre de 1951)
Thomas Merton

viernes, 25 de septiembre de 2015

VEN ESPÍRITU SANTO!

LATIN


Veni, Creator Spiritus
mentes tuorum visita
Imple superna gratia quae
tu creasti pectora.

Qui diceris Paraclitus,
altissimi donum Dei,
fons vivus, ignis, caritas,
et spiritalis unctio.

Tu septiformis munere,
paternae digitus dexterae,
tu rite promissum Patris,
sermone ditans guttura.

Accende lumen sensibus,
infunde amorem cordibus,
infirma nostri corporis,
virtute firmans perpeti.

Hostem repellas longius,
pacemque dones protinus,
ductore sic te praevio,
vitemus omne noxium.

Per te sciamus da Patrem,
noscamus atque Filium,
teque utriusque Spiritum
credamus omni tempore.

Deo Patri sit gloria,
et Filio qui a mortuis
surrexit, ac Paraclito,
in saeculorum saecula.

Amen.

ESPAÑOL


Ven Espíritu creador;
visita las almas de tus fieles.
Llena de la divina gracia los corazones
que Tú mismo has creado.

Tú eres nuestro consuelo,
don de Dios altísimo,
fuente viva, fuego, caridad
y espiritual unción.

Tú derramas sobre nosotros los siete dones;
Tú el dedo de la mano de Dios,
Tú el prometido del Padre,
pones en nuestros labios los tesoros de tu palabra.

Enciende con tu luz nuestros sentidos,
infunde tu amor en nuestros corazones
y con tu perpetuo auxilio,
fortalece nuestra frágil carne.

Aleja de nosotros al enemigo,
danos pronto tu paz,
siendo Tú mismo nuestro guía
evitaremos todo lo que es nocivo.

Por Ti conozcamos al Padre
y también al Hijo y que en Ti,
que eres el Espíritu de ambos,
creamos en todo tiempo.

Gloria a Dios Padre
y al Hijo que resucitó de entre los muertos,
y al Espíritu Consolador, por los siglos de los siglos.

Amén.

Qué es y qué no es la contemplación. Tomas Merton

http://www.authorstream.com/Presentation/aSGuest22148-213637-qu-es-no-la-contemplaci-contemplacion-entertainment-ppt-powerpoint/

martes, 15 de septiembre de 2015

ir hacia adelante...

“Aprendí que no se puede dar marcha atrás, que la esencia de la vida es ir hacia adelante. En realidad, la vida es una calle de sentido único.”

Agatha Christie

lunes, 14 de septiembre de 2015

conociendo a Santa Rafaela

EJERCICIOS ESPIRITUALES. AÑO 1891. PÁGINA 1058

"Las injurias, humillaciones, malas interpretaciones, etc,
 las he de tomar como pan de mi alma,
 pues de este pan entiendo se mantiene Cristo, 
y en alma así amasada se incorpora El en íntima unión porque la llena de su amor puro"

domingo, 23 de agosto de 2015

lunes, 18 de mayo de 2015

FIAT

FIAT
Dejar que tu torrente de gracia llegue hasta nuestro fondo,
hasta lo más íntimo del corazón.
Y que de nuestra parte sólo quede quitar estorbos,
no hemos de hacer sino dejarnos hacer
ESO ES REPARAR, ESO ES ADORAR
ESO ES ACOGER Y DECIR FÍAT
FÍAT, FÍAT, MI SEÑOR (bis)
Contemplar el corazón de Cristo
abierto y lleno de miseri­cordia, misericordia,
y a través de él mirarlo todo, mirar el mundo
y en Él comprender la debilidad.
¿Qué hará una criatura que se siente tan impotente
en la correspondencia, siendo tan pequeña?,
pues amar y más amar, porque el amor todo lo vence
y pedir sin cesar, pedir este amor.

martes, 28 de abril de 2015

los gestos solidarios que reparan

La vida consagrada encuentra su fecundidad no sólo en testimoniar el bien, sino en reconocerlo y saberlo indicar, especialmente donde no es normal verlo, en los "no ciudadanos", los "ciudadanos a medias", los "desechos urbanos", los sin dignidad. Pasar de las palabras de solidaridad a los gestos que acogen y regeneran: la vida consagrada está llamada a dicha verdad. 
Escrutar 15

lunes, 13 de abril de 2015

El Espíritu Santo y la Eucaristía


Catequesis Eucaristía Juan Pablo II
Catequesis sobre la Eucaristía. Audiencia General del Miércoles 13 de septiembre de 1989.
Por: SS Juan Pablo II | Fuente: Catholic.net

1. La promesa de Jesús: “...seréis bautizados en el Espíritu Santo dentro de pocos días” (Hch 1, 5) significa que existe un vínculo entre el Espíritu Santo y el bautismo. Lo hemos visto en la anterior catequesis, en la que, partiendo del bautismo de penitencia que Juan impartía en el Jordán anunciando la venida de Cristo, nos hemos acercado a Aquel que bautizará “en Espíritu Santo y fuego”. Nos hemos acercado también a aquel único bautismo con que debía ser bautizado Él mismo (cf. Mc 10, 38): el sacrificio de la cruz, que ofreció Cristo “por el Espíritu Eterno” (Hb 9, 14) hasta el punto de hacerse “el último Adán” y, como tal, “espíritu que da vida”, según lo que dice San Pablo (cf. 1 Co 15, 45). Sabemos que Cristo “dio” a los Apóstoles el Espíritu que da vida el día de la Resurrección (cf. Jn 20, 22) y, a continuación, en la solemnidad de Pentecostés, cuando todos quedaron “llenos del Espíritu Santo” (Hch 2, 4).

2. Entre el sacrificio pascual de Cristo y el don del Espíritu existe, por tanto, una relación objetiva. Puesto que la Eucaristía renueva místicamente el sacrificio redentor de Cristo, es fácil, por lo demás, entender el vínculo intrínseco que existe entre este sacramento y el don del Espíritu: formando la Iglesia mediante su propia venida el día de Pentecostés, el Espíritu Santo la constituye haciendo referencia objetiva a la Eucaristía y la orienta hacia la Eucaristía.

Jesús había dicho en una de sus parábolas: “El Reino de los Cielos es semejante a un rey que celebró el banquete de bodas de su hijo” (Mt 22, 2). La Eucaristía constituye la anticipación sacramental y en cierto sentido una “pregustación” de aquel banquete real que el Apocalipsis llama “el banquete del Cordero” (cf. Ap 19, 9). El Esposo que está en el centro de aquella fiesta de bodas, y de su prefiguración y anticipación eucarística, es el Cordero que “borró los pecados del mundo”, el Redentor.

3. En la Iglesia que nace del bautismo en Pentecostés, cuando los Apóstoles, y junto con ellos los demás discípulos y confesores de Cristo, son “bautizados en Espíritu”, la Eucaristía es y permanece hasta el fin de los tiempos el sacramento del cuerpo y de la sangre de Cristo.

En Ella está presente “la sangre de Cristo, que por el Espíritu Eterno se ofreció a sí mismo sin tacha a Dios” (Hb 9, 14); la sangre “derramada por muchos” (Mc 14, 24) “para perdón de los pecados” (Mt 26, 28); la sangre que “purificará de las obras muertas nuestra conciencia” (cf. Hb 9, 14); la “sangre de la alianza” (Mt 26, 28). Jesús mismo, al instituir la Eucaristía, declara: “Esta copa es la Nueva Alianza en mi sangre” (Lc 22, 20; cf. 1 Co 11, 25), y recomienda a los Apóstoles: “haced esto en recuerdo mío” (Lc 22, 19).

En la Eucaristía —cada vez— se renueva (es decir, se realiza nuevamente) el sacrificio del cuerpo y de la sangre, ofrecido por Cristo una sola vez al Padre en la cruz para la redención del mundo. Dice la Encíclica Dominum et Vivificantem que “en el sacrificio del Hijo del hombre el Espíritu Santo está presente y actúa... El mismo Jesucristo en su humanidad se ha abierto totalmente a esta acción... que del sufrimiento hace brotar el eterno amor salvífico” (n. 40).

4. La Eucaristía es el sacramento de este amor redentor, estrechamente vinculado a la presencia del Espíritu Santo y a su acción. ¿Cómo no recordar, en este momento, las palabras pronunciadas por Jesús cuando, en la sinagoga de Cafarnaún, tras la multiplicación del pan (cf. Jn 6, 27), proclamaba la necesidad de alimentarse de su carne y de su sangre? A muchos de los que lo escuchaban, su lenguaje sobre el comer su cuerpo y beber su sangre (cf. Jn 6, 53) les pareció “duro” (Jn 6, 60). Intuyendo esta dificultad Jesús les dijo: “¿Esto os escandaliza? ¿ Y cuándo veáis al Hijo del hombre subir adonde estaba antes?” (Jn 6, 61-62). Era una explícita alusión a la futura ascensión al cielo. Y precisamente en aquel momento añade una referencia al Espíritu Santo, que sólo tras la ascensión adquiriría plenitud de sentido. Dijo: “El espíritu es el que da vida: la carne no sirve para nada. Las palabras que os he dicho son espíritu y son vida” (Jn 6, 63)

Los oyentes de Jesús entendieron de modo “material” aquel primer anuncio eucarístico. El Maestro quiso en seguida precisar que su contenido sólo podía aclararse y entenderse por obra del “Espíritu que da vida”. En la Eucaristía Cristo nos da su cuerpo y su sangre como alimento y bebida, bajo las especies del pan y del vino, como durante el banquete pascual de la última Cena. Solamente en virtud del Espíritu, que da vida, el alimento y la bebida eucarísticos pueden obrar en nosotros la “comunión”, es decir, la unión salvífica con el Cristo crucificado y glorificado.

5. Hay un hecho significativo, ligado al acontecimiento de Pentecostés: desde los primeros tiempos después de la venida del Espíritu Santo los Apóstoles y sus seguidores, convertidos y bautizados, “acudían asiduamente... a la fracción del pan y a las oraciones” (Hch 2, 42), como si el mismo Espíritu Santo nos hubiera orientado a la Eucaristía. He subrayado en la Encíclica Dominum et Vivificantem que, “guiada por el Espíritu Santo, la Iglesia desde el principio se manifestó y se confirmó a sí misma a través de la Eucaristía” (n. 62).

La Iglesia primitiva era una comunidad fundada en la enseñanza de los Apóstoles (Hch 2, 42) y animada en su totalidad por el Espíritu Santo, el cual infundía luz a los creyentes para que comprendiesen la Palabra, y los congregaba en la caridad en torno a la Eucaristía. Así la Iglesia crecía y se propagaba en una muchedumbre de creyentes que “no tenía sino un solo corazón y una sola alma” (Hch 4, 32).

6. En la Encíclica citada leemos también que “mediante la Eucaristía, las personas y comunidades, bajo la acción del Paráclito consolador, aprenden a descubrir el sentido divino de la vida humana” (n. 62). Es decir, descubren el valor de la vida interior, realizando en sí mismas la imagen de Dios Trinidad que siempre se nos ha presentado en los libros del Nuevo Testamento y especialmente en las Cartas de San Pablo, como Alfa y Omega de nuestra vida, o sea, el principio según el cual el hombre es creado y modelado, y el fin último al que está ordenado y es guiado según el designio y la voluntad del Padre, reflejados en el Hijo-Verbo y en el Espíritu-Amor. Es una hermosa y profunda interpretación que la tradición patrística, resumida y formulada en términos teológicos por Santo Tomás (cf. Summa Theol. I, q. 93, a. 8), ha dado de un principio clave de la espiritualidad y de la antropología cristiana, así expresado en la Carta a los Efesios: “Por eso doblo mis rodillas ante el Padre, de quien toma nombre toda familia en el cielo y en la tierra, para que os conceda, según la riqueza de su gloria, que seáis fortalecidos por la acción de su Espíritu en el hombre interior; que Cristo habite por la fe en vuestros corazones, para que, arraigados y cimentados en el amor, podáis comprender con todos los santos cuál es la anchura y la longitud, la altura y la profundidad, y conocer el amor de Cristo que excede a todo conocimiento, para que os vayáis llenando hasta la total Plenitud de Dios” (Ef 3, 14-19)

7. Es Cristo quien nos da esta plenitud divina (cf. Col 2, 9 ss.) mediante la acción del Espíritu Santo. Así, colmados de vida divina, los cristianos entran y viven en la plenitud del Cristo total, que es la Iglesia, y, a través de la Iglesia, en el nuevo universo que poco a poco se va construyendo (cf. Ef 1, 23; 4, 12-13; Col 2, 10). En el centro de la Iglesia y del nuevo universo está la Eucaristía, donde se halla presente el Cristo que obra en los hombres y en el mundo entero mediante el Espíritu Santo.
 


LA DIVINA MISERICORDIA

La Fiesta de la Divina Misericordia tiene como fin principal hacer llegar a los corazones de cada persona el siguiente mensaje:
Dios es Misericordioso y nos ama a todos ... "y cuanto más grande es el pecador, tanto más grande es el derecho que tiene a Mi misericordia" (Diario de Santa Faustina Kowalska, 723).

Cristo Jesús - Canto de la Comunidad de Taizé - Salmo 138

viernes, 3 de abril de 2015

la sabiduría del evangelio...

El papa Benedicto ya exhortaba: «os invito a una fe que sepa reconocer la sabiduría de la debilidad. En las alegrías y en las aflicciones del tiempo presente, cuando la dureza y el peso de la cruz se hacen notar, no dudéis de que la kenosis de Cristo es ya victoria pascual. Precisamente en la limitación y en la debilidad humana estamos llamados a vivir la configuración con Cristo, en una tensión totalizadora que anticipa, en la medida de lo posible en el tiempo, la perfección escatológica. En las sociedades de la eficiencia y del éxito,vuestra vida, caracterizada por la “minoridad” y la debilidad de los pequeños, por la empatía con quienes carecen de voz, se convierte en un evangélico signo de contradicción»
Invitamos a volver a la sabiduría evangélica vivida por los pequeños (cf. Mt 11,25): «Es la alegría que se vive en medio de las pequeñas cosas de la vida cotidiana, como respuesta a la afectuosa invitación de nuestro Padre Dios: Hijo, en la medida de tus posibilidades trátate bien [...] No te prives de pasar un buen día (Eclo 14,11.14). ¡Cuánta ternura paterna se intuye detrás de estas palabras!»
Escrutad 16

jueves, 26 de marzo de 2015

San Pío de Pietrelcina


"En todo pobre
está Jesús agonizante;
en todo enfermo
está Jesús sufriente;
en todo enfermo pobre
está Jesús
dos veces presente".

martes, 24 de marzo de 2015

en este momento...

“Hay que recordar que absolutamente todo se hace una sola vez en la vida; no existe la posibilidad de repetir el mismo momento.”

Jorge González Moore

viernes, 20 de marzo de 2015

seguimiento de Cristo

Quien se detiene en la referencia a sí mismo, a menudo, posee la imagen y se conoce sólo a sí mismo y su propio horizonte. Quien se empequeñece al margen puede intuir y hacer crecer un mundo más humilde y espiritual. 

Los nuevos caminos de fe brotan hoy en lugares humildes, en el signo de una Palabra que si se escucha y se vive lleva a la redención. Los institutos de vida consagrada y las sociedades de vida apostólica que realizan opciones a partir de los pequeños signos interpretados en la fe y en la profecía que sabe intuir el más allí, se convierten el lugares de vida, allí brilla la luz y se escucha la invitación que llama a otros a seguir a Cristo.

Escrutar 15

miércoles, 18 de marzo de 2015

buscar a Dios...

LA POTENCIA DEL EVANGELIO, EXPERIMENTADA EN NOSOTROS COMO SALVACIÓN Y ALEGRÍA, NOS CAPACITA A USAR CON SABIDURÍA IMÁGENES Y SÍMBOLOS ADECUADOS A UNA CULTURA QUE FAGOCITA ACONTECIMIENTOS, PENSAMIENTOS, VALORES, DEVOLVIÉNDOLOS EN CONTINUOS ICONOS SEDUCTORES, ECO DE "UNA PROFUNDA NOSTALGIA DE DIOS, QUE SE MANIFIESTA EN DIVERSAS MANERAS Y PONE A NUMEROSOS HOMBRES Y MUJERES EN ACTITUD DE SINCERA BÚSQUEDA".
ESCRUTAR 15

lunes, 16 de marzo de 2015

EN TODO LO QUE NOS PONE, LA DIVINA VOLUNTAD SE OBLIGA A AYUDARNOS Y A SACARNOS CON BIEN.
Apuntes espirituales, página 1120

jueves, 19 de febrero de 2015

el Papa Francisco nos invita...

El papa Francisco nos invita a la fidelidad creativa, a las sorpresas de Dios: "Jesucristo también puede romper los esquemas aburridos en los cuales pretendemos encerrarlo y nos sorprende con su constante creatividad divina. Cada vez que intentamos volver a la fuente y recuperar la frescura original del Evangelio, brotan nuevos caminos, métodos creativos, otras formas de expresión, signos más elocuentes, palabras cargadas de renovado significado para el mundo actual. En realidad, toda auténtica acción evangelizadora es siempre nueva". ESCRTUTAR, 14

miércoles, 18 de febrero de 2015

Miércoles de Ceniza.

MENSAJE DEL SANTO PADRE FRANCISCO PARA LA CUARESMA 2015 Fortalezcan sus corazones (St 5,8) Queridos hermanos y hermanas: La Cuaresma es un tiempo de renovación para la Iglesia, para las comunidades y para cada creyente. Pero sobre todo es un «tiempo de gracia» (2 Co 6,2). Dios no nos pide nada que no nos haya dado antes: «Nosotros amemos a Dios porque él nos amó primero» (1 Jn 4,19). Él no es indiferente a nosotros. Está interesado en cada uno de nosotros, nos conoce por nuestro nombre, nos cuida y nos busca cuando lo dejamos. Cada uno de nosotros le interesa; su amor le impide ser indiferente a lo que nos sucede. Pero ocurre que cuando estamos bien y nos sentimos a gusto, nos olvidamos de los demás (algo que Dios Padre no hace jamás), no nos interesan sus problemas, ni sus sufrimientos, ni las injusticias que padecen… Entonces nuestro corazón cae en la indiferencia: yo estoy relativamente bien y a gusto, y me olvido de quienes no están bien. Esta actitud egoísta, de indiferencia, ha alcanzado hoy una dimensión mundial, hasta tal punto que podemos hablar de una globalización de la indiferencia. Se trata de un malestar que tenemos que afrontar como cristianos. Cuando el pueblo de Dios se convierte a su amor, encuentra las respuestas a las preguntas que la historia le plantea continuamente. Uno de los desafíos más urgentes sobre los que quiero detenerme en este Mensaje es el de la globalización de la indiferencia. La indiferencia hacia el prójimo y hacia Dios es una tentación real también para los cristianos. Por eso, necesitamos oír en cada Cuaresma el grito de los profetas que levantan su voz y nos despiertan. Dios no es indiferente al mundo, sino que lo ama hasta el punto de dar a su Hijo por la salvación de cada hombre. En la encarnación, en la vida terrena, en la muerte y resurrección del Hijo de Dios, se abre definitivamente la puerta entre Dios y el hombre, entre el cielo y la tierra. Y la Iglesia es como la mano que tiene abierta esta puerta mediante la proclamación de la Palabra, la celebración de los sacramentos, el testimonio de la fe que actúa por la caridad (cf. Ga 5,6). Sin embargo, el mundo tiende a cerrarse en sí mismo y a cerrar la puerta a través de la cual Dios entra en el mundo y el mundo en Él. Así, la mano, que es la Iglesia, nunca debe sorprenderse si es rechazada, aplastada o herida. El pueblo de Dios, por tanto, tiene necesidad de renovación, para no ser indiferente y para no cerrarse en sí mismo. Querría proponerles tres pasajes para meditar acerca de esta renovación. 1. «Si un miembro sufre, todos sufren con él» (1 Co 12,26) – La Iglesia La caridad de Dios que rompe esa cerrazón mortal en sí mismos de la indiferencia, nos la ofrece la Iglesia con sus enseñanzas y, sobre todo, con su testimonio. Sin embargo, sólo se puede testimoniar lo que antes se ha experimentado. El cristiano es aquel que permite que Dios lo revista de su bondad y misericordia, que lo revista de Cristo, para llegar a ser como Él, siervo de Dios y de los hombres. Nos lo recuerda la liturgia del Jueves Santo con el rito del lavatorio de los pies. Pedro no quería que Jesús le lavase los pies, pero después entendió que Jesús no quería ser sólo un ejemplo de cómo debemos lavarnos los pies unos a otros. Este servicio sólo lo puede hacer quien antes se ha dejado lavar los pies por Cristo. Sólo éstos tienen “parte” con Él (Jn 13,8) y así pueden servir al hombre. La Cuaresma es un tiempo propicio para dejarnos servir por Cristo y así llegar a ser como Él. Esto sucede cuando escuchamos la Palabra de Dios y cuando recibimos los sacramentos, en particular la Eucaristía. En ella nos convertimos en lo que recibimos: el cuerpo de Cristo. En él no hay lugar para la indiferencia, que tan a menudo parece tener tanto poder en nuestros corazones. Quien es de Cristo pertenece a un solo cuerpo y en Él no se es indiferente hacia los demás. «Si un miembro sufre, todos sufren con él; y si un miembro es honrado, todos se alegran con él» (1 Co 12,26). La Iglesia es communio sanctorum porque en ella participan los santos, pero a su vez porque es comunión de cosas santas: el amor de Dios que se nos reveló en Cristo y todos sus dones. Entre éstos está también la respuesta de cuantos se dejan tocar por ese amor. En esta comunión de los santos y en esta participación en las cosas santas, nadie posee sólo para sí mismo, sino que lo que tiene es para todos. Y puesto que estamos unidos en Dios, podemos hacer algo también por quienes están lejos, por aquellos a quienes nunca podríamos llegar sólo con nuestras fuerzas, porque con ellos y por ellos rezamos a Dios para que todos nos abramos a su obra de salvación. 2. «¿Dónde está tu hermano?» (Gn 4,9) – Las parroquias y las comunidades Lo que hemos dicho para la Iglesia universal es necesario traducirlo en la vida de las parroquias y comunidades. En estas realidades eclesiales ¿se tiene la experiencia de que formamos parte de un solo cuerpo? ¿Un cuerpo que recibe y comparte lo que Dios quiere donar? ¿Un cuerpo que conoce a sus miembros más débiles, pobres y pequeños, y se hace cargo de ellos? ¿O nos refugiamos en un amor universal que se compromete con los que están lejos en el mundo, pero olvida al Lázaro sentado delante de su propia puerta cerrada? (cf. Lc 16,19-31). Para recibir y hacer fructificar plenamente lo que Dios nos da es preciso superar los confines de la Iglesia visible en dos direcciones. En primer lugar, uniéndonos a la Iglesia del cielo en la oración. Cuando la Iglesia terrenal ora, se instaura una comunión de servicio y de bien mutuos que llega ante Dios. Junto con los santos, que encontraron su plenitud en Dios, formamos parte de la comunión en la cual el amor vence la indiferencia. La Iglesia del cielo no es triunfante porque ha dado la espalda a los sufrimientos del mundo y goza en solitario. Los santos ya contemplan y gozan, gracias a que, con la muerte y la resurrección de Jesús, vencieron definitivamente la indiferencia, la dureza de corazón y el odio. Hasta que esta victoria del amor no inunde todo el mundo, los santos caminan con nosotros, todavía peregrinos. Santa Teresa de Lisieux, doctora de la Iglesia, escribía convencida de que la alegría en el cielo por la victoria del amor crucificado no es plena mientras haya un solo hombre en la tierra que sufra y gima: «Cuento mucho con no permanecer inactiva en el cielo, mi deseo es seguir trabajando para la Iglesia y para las almas» (Carta 254,14 julio 1897). También nosotros participamos de los méritos y de la alegría de los santos, así como ellos participan de nuestra lucha y nuestro deseo de paz y reconciliación. Su alegría por la victoria de Cristo resucitado es para nosotros motivo de fuerza para superar tantas formas de indiferencia y de dureza de corazón. Por otra parte, toda comunidad cristiana está llamada a cruzar el umbral que la pone en relación con la sociedad que la rodea, con los pobres y los alejados. La Iglesia por naturaleza es misionera, no debe quedarse replegada en sí misma, sino que es enviada a todos los hombres. Esta misión es el testimonio paciente de Aquel que quiere llevar toda la realidad y cada hombre al Padre. La misión es lo que el amor no puede callar. La Iglesia sigue a Jesucristo por el camino que la lleva a cada hombre, hasta los confines de la tierra (cf. Hch 1,8). Así podemos ver en nuestro prójimo al hermano y a la hermana por quienes Cristo murió y resucitó. Lo que hemos recibido, lo hemos recibido también para ellos. E, igualmente, lo que estos hermanos poseen es un don para la Iglesia y para toda la humanidad. Queridos hermanos y hermanas, cuánto deseo que los lugares en los que se manifiesta la Iglesia, en particular nuestras parroquias y nuestras comunidades, lleguen a ser islas de misericordia en medio del mar de la indiferencia. 3. «Fortalezcan sus corazones» (St 5,8) – La persona creyente También como individuos tenemos la tentación de la indiferencia. Estamos saturados de noticias e imágenes tremendas que nos narran el sufrimiento humano y, al mismo tiempo, sentimos toda nuestra incapacidad para intervenir. ¿Qué podemos hacer para no dejarnos absorber por esta espiral de horror y de impotencia? En primer lugar, podemos orar en la comunión de la Iglesia terrenal y celestial. No olvidemos la fuerza de la oración de tantas personas. La iniciativa 24 horas para el Señor, que deseo que se celebre en toda la Iglesia —también a nivel diocesano—, en los días 13 y 14 de marzo, es expresión de esta necesidad de la oración. En segundo lugar, podemos ayudar con gestos de caridad, llegando tanto a las personas cercanas como a las lejanas, gracias a los numerosos organismos de caridad de la Iglesia. La Cuaresma es un tiempo propicio para mostrar interés por el otro, con un signo concreto, aunque sea pequeño, de nuestra participación en la misma humanidad. Y, en tercer lugar, el sufrimiento del otro constituye un llamado a la conversión, porque la necesidad del hermano me recuerda la fragilidad de mi vida, mi dependencia de Dios y de los hermanos. Si pedimos humildemente la gracia de Dios y aceptamos los límites de nuestras posibilidades, confiaremos en las infinitas posibilidades que nos reserva el amor de Dios. Y podremos resistir a la tentación diabólica que nos hace creer que nosotros solos podemos salvar al mundo y a nosotros mismos. Para superar la indiferencia y nuestras pretensiones de omnipotencia, quiero pedir a todos que este tiempo de Cuaresma se viva como un camino de formación del corazón, como dijo Benedicto XVI (Ct. enc. Deus caritas est, 31). Tener un corazón misericordioso no significa tener un corazón débil. Quien desea ser misericordioso necesita un corazón fuerte, firme, cerrado al tentador, pero abierto a Dios. Un corazón que se deje impregnar por el Espíritu y guiar por los caminos del amor que nos llevan a los hermanos y hermanas. En definitiva, un corazón pobre, que conoce sus propias pobrezas y lo da todo por el otro. Por esto, queridos hermanos y hermanas, deseo orar con ustedes a Cristo en esta Cuaresma: “Fac cor nostrum secundum Cor tuum”: “Haz nuestro corazón semejante al tuyo” (Súplica de las Letanías al Sagrado Corazón de Jesús). De ese modo tendremos un corazón fuerte y misericordioso, vigilante y generoso, que no se deje encerrar en sí mismo y no caiga en el vértigo de la globalización de la indiferencia. Con este deseo, aseguro mi oración para que todo creyente y toda comunidad eclesial recorra provechosamente el itinerario cuaresmal, y les pido que recen por mí. Que el Señor los bendiga y la Virgen los guarde. Vaticano, 4 de octubre de 2014 Fiesta de san Francisco de Asís Franciscus

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martes, 17 de febrero de 2015

...el sentido cristiano del sufrimiento

A través de los siglos y generaciones se ha constatado que en el sufrimiento seesconde una particular fuerza que acerca interiormente el hombre a Cristo, una gracia especial. A ella deben su profunda conversión muchos santos, como por ejemplo San Francisco de Asís, San Ignacio de Loyola, etc. Fruto de esta conversión es no sólo el hecho de que el hombre descubre el sentido salvífico del sufrimiento, sino sobre todo que en el sufrimiento llega a ser un hombre completamente nuevo. Halla como una nueva dimensión de toda su vida y de su vocación. Este descubrimiento es una confirmación particular de la grandeza espiritual que en el hombre supera el cuerpo de modo un tanto incomprensible. Cuando este cuerpo está gravemente enfermo,totalmente inhábil y el hombre se siente como incapaz de vivir y de obrar, tanto más se ponen en evidencia la madurez interior y la grandeza espiritual, constituyendo una lección conmovedora para los hombres sanos y normales. SALVIFICI DOLORIS 26

domingo, 15 de febrero de 2015

conociendo a santa Rafaela María

Apuntes Espirituales. Página 1131.

"LA SOLUCIÓN ESTÁ EN ELEGIR UN BUEN GUÍA; ELEGÍDMELO VOS SEGÚN VUESTRA SANTÍSIMA VOLUNTAD".

domingo, 8 de febrero de 2015

conociendo a Santa Rafaela María

Apuntes Espirituales, página 1129. ( de los Ejercicios Espirituales del año 1905)
"FORMAR MI HISTORIA EN LA SOLA MENTE DE DIOS POR MIS GRANDES OBRAS OCULTAS"

lunes, 2 de febrero de 2015

VIDA CONSAGRADA

CONGREGACIÓN PARA LOS INSTITUTOS DE VIDA CONSAGRADA
Y LAS SOCIEDADES DE VIDA APOSTÓLICA
Vita consecrata in Ecclesia hodie
Evangelium, Prophetia, Spes
El Logo del año de la Vida Consagrada
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El Logo
Vita consecrata in Ecclesia hodie. Evangelium, Prophetia, Spes.
Una paloma sostiene levemente sobre su ala un globo poliédrico, mientras se posa sobre el fluir de las aguas de las que se levantan tres estrellas, custodiadas por la otra ala.
El  Logo para el año de la vida consagrada, expresa por medio de símbolos los valores fundamentales de la vida consagrada.  En ella se reconoce la «obra incesante del Espíritu Santo, que a lo largo de los signos difunde las riquezas de la práctica de los consejos evangélicos a través de múltiples carismas, y que también por esta vía hace presente de modo perenne en la Iglesia y en el mundo, en el tiempo y en el espacio, el misterio de Cristo» (VC 5).
El signo gráfico que dibuja el perfil de la paloma corresponde en árabe a la palabra Paz: una llamada a la vocación de la vida consagrada para que sea ejemplo de reconciliación universal en Cristo.
Los símbolos en el Logo
La paloma sobre las aguas.
La paloma pertenece a la simbología clásica para indicar la acción del Espíritu Santo fuente de vida e inspirador de creatividad.  Es una referencia a los comienzos de la historia: en el principio, el Espíritu de Dios aleteaba sobre las aguas (cfr. Gen 1,1). La paloma, que planea sobre un mar hinchado de vida sin expresar,  recuerda la fecundidad paciente y confiada, mientras que los signos que la rodean revelan la acción creadora y renovadora del Espíritu.  La paloma evoca además la consagración de la humanidad de Cristo en el bautismo.
Las aguas formadas por piezas de mosaico, indican la complejidad y la armonía de los elementos humanos y cósmicos, que el Espíritu hace "gemir" según los misteriosos designios de Dios (cfr. Rm8,27), para que converjan en el encuentro acogedor y fecundo que lleva a una nueva creación, aunque estén amenazados por un mar de hostilidades - la paloma vuela sobre las aguas del diluvio (Gn 8, 8-14). Los consagrados y las consagradas en el signo del Evangelio - desde siempre peregrinos entre los pueblos también por las vías del mar - viven su variedad carismática y diaconal como "buenos administradores de la multiforme gracia de Dios" (1Pd 4,10); marcados por la Cruz de Cristo hasta el martirio, habitan la historia con la sabiduría del Evangelio, llevando la Iglesia a que abrace y sane todo lo humano en Cristo.
Las tres estrellas.
Recuerdan la identidad de la vida consagrada en el mundo: como confessio Trinitatis, signum fraternitatis e servitium caritatis. Expresan la circularidad y la relación del amor trinitario que la vida consagrada trata de vivir cada día en el mundo, en el signo de la fraternidad. Las estrellan indican también el triple  sello áureo con el que la iconografía bizantina honra a María, la toda Santa, primera Discípula de Cristo, modelo y patrona de toda vida consagrada.
El  globo poliédrico.
El pequeño  globo poliédrico significa el mundo con la variedad de pueblos y culturas, como afirma el Papa Francisco (cfr EG 236).  El soplo del Espíritu lo sostiene y lo conduce hacia el futuro. Invitación a los consagrados y a las consagradas a que sean "portadores del Espíritu (pneumatophóroi), hombres y mujeres auténticamente espirituales, capaces de fecundar secretamente la historia" (VC 6).
El Lema
Vita consecrata in Ecclesia hodie. Evangelium, Prophetia, Spes
El lema da un ulterior relieve a identidad y horizontes, experiencia e ideales, gracia y camino que la vida consagrada ha vivido y sigue viviendo en la Iglesia como pueblo de Dios, en el peregrinar de las gentes y de las culturas, hacia el futuro.
Evangelium: indica la norma fundamental de la vida consagrada que es la  «sequela Christi tal y como la propone el Evangelio" (PC 2a). Primero como  «memoria viviente del modo de actuar y de existir de Jesús" (VC 22), después  como sabiduría de vida en la luz de los múltiples consejos que el Maestro propone a los discípulos (cfr LG 42). El Evangelio da sabiduría orientadora y gozo (EG1).
Profetia: indica el carácter profético de la vida consagrada que se configura   "como una forma de especial participación en la función profética de Cristo, comunicada por el Espíritu Santo a todo el Pueblo de Dios" (VC 84).  Es posible hablar de un auténtico ministerio profético, que nace de la Palabra y se alimenta de la Palabra de Dios, acogida y vivida en las diversas circunstancias de la vida. La función se explicita en la denuncia valiente, en el anuncio de nuevas "visitas" de Dios y "en el escudriñar nuevos caminos de actuación del Evangelio para la construcción del Reino de Dios" (ib.).
Spes: recuerda el cumplimiento último del misterio cristiano. Vivimos en tiempos de extendidas incertidumbres y de escasez de proyectos de amplio horizonte: la esperanza  muestra su fragilidad cultural y social, el horizonte es oscuro porque  "parece haberse perdido el rastro de Dios" (VC85). La vida consagrada tiene una permanente proyección escatológica: testimonia en la historia que toda esperanza tendrá la acogida definitiva y convierte la espera "en misión para que el Reino se haga presente ya ahora" (VC 27). Signo de esperanza, la vida consagrada se hace cercanía y misericordia, parábola de futuro y libertad de toda idolatría.
"Animados por la caridad que el Espíritu Santo infunde en los corazones" (Rm 5,5) los consagrados y las consagradas abrazan pues el universo y se convierten en memoria del amor trinitario, mediadores de comunión y de unidad, centinelas orantes en la cresta de la historia, solidarios con la humanidad en sus afanes y en la búsqueda silenciosa del Espíritu.

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