martes, 27 de marzo de 2012

No juzgues.( Hermana Glenda)

http://youtu.be/TISk_46L0l8
Y tú que sabes,
Qué sabes de mi silencio,
Dime qué sabes,
Qué sabes de mis secretos,
Qué descubres de mi mirada,
Que intuyes de mis palabras
¡Dime qué sabes!

Y tú que sabes,
Qué conoces de mi alegría
Dime qué sabes,
Qué sabes de mi melancolía,
Qué conoces de mi poesía,
Qué intuyes de mi melodía,
¡Tú no sabes nada!

¡No sabes nada!

Entonces por qué me juzgas,
Si no sabes nada.
No sabes nada,
Entonces por qué me juzgas,
Si no sabes nada

Y yo qué sé,
Qué sé yo de tu silencio.
Yo no se nada
No se nada de tus secretos,
No sé nada de tu poesía,
Qué sé yo de tu melancolía,
¡Yo tampoco sé nada!

¡Yo no sé nada!
¡Yo tampoco sé nada!
Entonces por qué te juzgo,
Si yo no sé nada

¡No sabemos nada!

///Entonces por qué nos juzgamos
si ¡no sabemos nada!...
No sabemos nada, no sabemos nada...///

Confianza en Dios

Jesús
confió en el Padre.

viernes, 2 de marzo de 2012

cuaresma

Vía Crucis - Siglo XX
Archivo Casa Generalicia S.V.D.- Roma
PRIMERA ESTACIÓN
Jesús e
n el huerto de los olivos
En la Carta a los católicos de China, Benedicto XVI recuerda la visión de san Juan en el Apocalipsis que llora ante el libro sellado de la historia humana, del mysterium iniquitatis. Sólo el Cordero inmolado es capaz de abrir ese sello.
En muchas partes del mundo la Esposa de Cristo está atravesando la hora tenebrosa de la persecución, como en otro tiempo Ester, amenazada por Amán, como la «Mujer» del Apocalipsis amenazada por el dragón. Velemos y acompañemos a la Esposa de Cristo en la oración.
ORACIÓN
Jesús, Dios Omnipotente, que te hiciste débil a causa de nuestros pecados, te resultan familiares los gritos de los perseguidos, que son eco de tu agonía. Ellos preguntan: ¿Por qué esta opresión? ¿Por qué esta humillación? ¿Por qué esta prolongada esclavitud?
Vuelven a la mente las palabras del Salmo: «Despierta, Señor; ¿por qué duermes? Levántate, no nos rechaces más. ¿Por qué nos escondes tu rostro y olvidas nuestra desgracia y opresión? Nuestro aliento se hunde en el polvo, nuestro vientre está pegado al suelo. Levántate a socorrernos» (Sal 43, 24-27).
No, Señor. Tú no usaste este Salmo en Getsemaní, sino que dijiste: «Hágase tu voluntad». Podrías haber convocado doce legiones de ángeles, pero no lo hiciste.
Señor, el sufrimiento nos da miedo. Se nos presenta de nuevo la tentación de aferrarnos a los medios fáciles del éxito. Haz que no tengamos miedo del miedo, sino que confiemos en ti.


Que el Espíritu Santo Anime a Perseverar
a Discriminados, Perseguidos 
y Amenazados de Muerte
por el Nombre de Cristo en Asia
apostolado de la oración