viernes, 13 de noviembre de 2009

Conferencia: Anselm Grüm. 2006-BA(parte IV)


La tercera área en la cuál Dios habla con nosotros es el propio cuerpo. Muchos dicen “yo creo en Dios, confío en el”, pero viven contradiciéndose, por ejemplo suben los hombros, se mantienen tensos, se manifiestan intranquilos. El cuerpo expresa si creo o no. Durcan decía que la respiración, por ejemplo, el expirar, inspirar, que es el punto de largar la respiración, ese punto entre ambos, en donde no hay nada es el punto entre la vida y la muerte es en donde si yo me aferro y quiero controlar todo o si yo me entrego a Dios, o mantener todo en mis manos o entregar todo a Dios. Nuestro cuerpo, si estoy tenso, acalambrado, es una indicación de que debo mirar a Dios. Veo gente religiosa que vive ignorando su cuerpo y muchas veces el cuerpo se revela, pronto duele la espalda. Acompañé una vez a una hermana que tenía unos dolores terribles, era enfermera y decía que el lunes tenía que ir al médico necesariamente, pero el lunes a la mañana fue al grupo terapéutico y por primera vez pudo expresar toda su ira y eliminó los dolores de espalda. A veces son una expresión de sentimientos que no se admiten. Todos los sentimientos que no se admiten, que no se permiten, se van descargando como si fuese un basural en la espalda, se acumulan allí. Un hombre que le dolía la espalda decía que todas aquellas lágrimas no derramadas lo endurecían por lo tanto era importante volcarse a esto, presentarle la espalda a Dios, eso es el camino espiritual. No significa tener que hacer más cosas ni aferrarme a más cosas, esto no ayuda. Significa humildad de aceptar que este es mi cuerpo, que me siento tenso y que puede ser así. A esto se lo entrego a Dios, a esto lo ofrezco, es algo que yo no quiero aceptar en mi interior.
Otro camino también son las enfermedades. Ayer me hicieron una consulta al respecto y quiero darles algunos pensamientos. A las enfermedades no debemos verlas desde lo externo, tomar algún medicamento y volverlas a manejar, ese es el peligro externo. El otro es que de pronto interpretemos, que busquemos las razones inmediatamente. Sigmund Freud lo llamó “La interpretación causal deductiva de la enfermedad”, es decir que la enfermedad siempre muestra algún origen. En el esoterismo dicen “tu te infringes la propia enfermedad”, esto es algo muy hiriente porque entonces el enfermo siempre es culpable de lo que sucede, y esto no es correcto. Una psicóloga estadounidense escribió un libro al respecto. Su esposa, cuatro semanas después de casarse tuvo un cáncer de pecho, ambos eran psicólogos en el matrimonio, y todos le decían que eso era porque ella reprimía el enojo, la ira. Y ella escribe que siempre que alguien se hace una teoría sobre una enfermedad esto es una señal de que me quiere mantener alejado del cuerpo, es decir no quiere confrontar con uno mismo, admitirme a mí con la enfermedad. Joung presenta otra imagen que es esta interpretación final: ¿qué es lo que quiere decirme la enfermedad?, y la enfermedad por cierto tiene algo que decir. La enfermedad es a -causal, no es necesario buscarle orígenes de culpa, es decir no tiene causalidad. Acompañé a una hermana que siempre tenía ataques de tos fuerte, se iba al médico y el médico la medicaba y le decía yo no puedo ayudarle más, esto tiene un origen psicológico. En alemán nosotros decimos que hay una imagen de agresión cuando toso, algo así como que te toso en la cara, descargo, es un poco desagradable. Esta hermana me contó que tenía cinco hermanos y siempre tenía la impresión es que sus hermanos vivían y que ella no tenía nada que decir en la familia y que la misma experiencia había hecho en la comunidad de hermanas, que todos los otros determinaban su vida y ella no tenía nada que decir al respecto ni se admitía su opinión. Le dije que no era tan importante que desapareciera tu tos, quizás necesite todavía durante mucho tiempo su tos como un recordatorio de que quieres seguir viviendo y no quieres vivir tapada. Un año después me volvió a ver, le pregunté como le iba con la tos y me contestó que en realidad había desaparecido, pero cuando en una conversación no decía lo que sentía sino lo que el otro esperaba de ella entonces reaparece la tos. Maravilloso. La tos te recuerda una y otra vez que debes ser auténtica y que digas lo que vos sentís y no lo que los otros esperan de ti. En este sentido tenemos que oír nuestro cuerpo, oír nuestras enfermedades para que podamos sentir. Me vino a ver una mujer joven y me preguntó ¿es aquél un quebrantamiento de los tendones con un origen espiritual? ¿Por qué es esto? ¿Qué pasa? A ver, contame un poco más. Y me contó esta persona que tenía un novio, este noviazgo se había roto, jugaba al voley y esguinzó y no se puede decir que esa ruptura del noviazgo fue la culpable de su esguince, pero que lo exterior y lo interior ocurriera simultáneamente, esto es lo que es la sincronización, que ocurra al mismo tiempo ¿qué quiere decirme Dios con la enfermedad? ¿Cuál es el desafío? ¿Qué puedo aprender al especto? Es decir, manejarse en forma amigable con la enfermedad, no como con un enemigo, no puedo decir “no debe ocurrir. La tercera área es oír al propio cuerpo, esto también forma parte de la humildad, oír que ocurre. Nadie de nosotros es lo suficientemente honesto. Yo también pensé que estaba en armonía conmigo y con mi cuerpo, igual me enfermé y tuve que comprobar que todavía no estoy en tanta armonía, estoy restringido, limitado, y tengo que analizarlo en detalle.

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