lunes, 26 de octubre de 2009

Tomas Merton. Ha resucitado.

Si hemos resucitado

con Cristo
deberemos arrostrar
estar a su lado
en la soledad de su Pasión,
cuando todo lo establecido,
religioso y civil,
se volvió contra Él,
como un estado moderno
se defendería
de un radical peligroso;
de hecho
había “radicales peligrosos”
entre los apóstoles.
El cristiano debe atreverse
a seguir su conciencia
incluso en las causas perdidas
Simón el Zelote
era miembro 
de la extrema izquierda
de la política judía,
luchador de una supuesta libertad
contra el poder de Roma.
Si estudiamos
el juicio
y la ejecución
de Jesús,
veremos que fue condenado
por ser un
revolucionario,
un radical subversivo
que luchaba para
derrocar
el gobierno legítimo.
No es así
en el sentido político.
Jesús
permaneció completamente al margen
de toda política judía,
ya que su reino
no es de este mundo.
Pero sus acciones
pueden ser tergiversadas
de modo que aparezcan
como una revolución política.
Aunque luchaba
“por la libertad”
lo hacía de un modo personal y distinto.
Su muerte
y resurrección
fue la acción culminante
de su lucha
por librarnos
de toda clase de tiranías,
de toda forma de dominio
que viniera de alguien o algo
que no fuera el Espíritu,
le ley del amor
y el “designio de gracia”
de Dios.
Cuando comprendamos
estas cosas
comprenderemos
lo que encierran las palabras de san Pablo
en alabanza de la libertad
que viene
sólo de la Cruz
y resurrección
de Cristo:
“Cuando Cristo nos liberó”
-dice san Pablo“
quiere decir
que quedamos libres.
Permaneced firmes, por tanto,
y no volváis a someteros
al yugo de la esclavitud”.
… la humildad de estar solo
y atento
al designio y gracia de Dios.


En la carta a los Gálatas (5, 1)
Pablo reprocha
a los judíos convertidos
que piensan
que son necesarias
algunas prescripciones legales:
como si no se pudieran salvar
sin haber sido circuncidados.
Los gálatas conversos
sentían la tentación de disponer
-como se diría hoy-
de un “superpoder nuclear”,
sólo que en plan religioso.
Querían
estar completamente seguros
de que todo,
absolutamente todo,
estaba bien protegido.

Debemos atrevernos
a estar junto a Cristo

en la soledad de su Pasión
Pues ellos –los gálatas-
no sólo adoptaron la fe cristiana,
sino también todo el rito judáico,
pues de este modo,
si el cristianismo
no resultaba ser
lo suficientemente bueno
¡tendrían la protección
de la ley judía!
Tal espíritu
de “superpoder”
es característico
del cristiano
que teme ser sencillamente cristiano
en el mundo actual;
no se conforma con la fe
en Cristo resucitado;
no se confroama con la gracia
y el amor
de Cristo;
quiere el consuelo
y la justificación
de estar al lado
de la riqueza y el poder.
En algunos casos
tal cristianismo
se transforma
literalmente
en una “superpotencia”
religiosa:
la religión
que demuestra
que se es fiel a Cristo
cuando se está dispuesto
a destruir a sus enemigos
(los de Cristo),
una y otra vez.
Pero para esto
¡habrá que olvidar
todas las molestas afirmaciones
del Nuevo Testamento
sobre el
amor a los enemigos!
Para liberarnos de toda clase de dominación
excepto de la ley del Espíritu y del Amor
Según san Pablo
“Toda ley se resume
en un simple mandamiento:
ama
a tu prójimo
como a ti mismo…
Si te dejas guiar
por el Espíritu
no correrás el peligro
de ceder a la satisfacción
de tus inmoderados deseos,
pues tal satisfacción
se opone al Espíritu” (Gál 5, 14-16).
Y continúa hablando
para subrayar la dificultad
de negarse a sí mismo;
pero esto es algo inseparable
de la Cruz de Cristo.
Cuando Cristo nos libero
fue para que permaneciéramos libres


Hemos sido llamados
a compartir la Resurrección
de Cristo
no porque hayamos cumplido con la ley
de Dios y de los hombres,
ni porque seamos unos héroes religiosos,
sino porque
somos seres humanos;
pecadores,
que luchan por sus propias vidas;
prisioneros,
pero en lucha por la libertad;
rebeldes,
pero pertrechados con armas espirituales
para combatir las fuerzas
que degradan
e insultan
la dignidad humana.

Si fuéramos capaces
de ganar la batalla
por la libertad
sin la ayuda de Cristo,
no hubiera venido
para luchar por y con nosotros.
Vino
para reunirnos en torno suyo
para la batalla
por la libertad;
y el hecho de que

hayamos sido heridos
en la pelea
o de que
hayamos pasado
todo nuestro tiempo hasta ahora
esquivando la lucha,
es igual,
pues Él está con nosotros,
ha resucitado.


El relato evangélico
de la Resurrección
según Marcos
es profundamente sugerente,
pues no sólo muestra
la Resurrección
como clave
y centro

de la fe cristiana,
sino porque, con frecuencia,
la experiencia pascual
sigue el ejemplo de los apóstoles
y otros testigos:
la experiencia de las piadosas
mujeres
ante el sepulcro.
Es un ejemplo típico
del dinamismo de la fe cristiana.

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