lunes, 12 de octubre de 2009

La reparación al Corazón de Jesús. María Josefina Llach, aci. (IIparte) )extraído de la revista Umbrales)

REPARAR, en el lenguaje corriente, y para lo que a nosotros nos interesa, tiene tres sentidos:1. Uno es el de reconstruir lo que está roto. Así hablamos de reparar los zapatos, o de reparar un muro. En general se usa más para las cosas, pero no exclusivamente. Por ejemplo, respecto a las faltas de las personas, se puede hablar de reparar una situación injusta, una mala relación, o aun de reparar algo en lo que estoy viviendo mal. El diccionario dice: "componer, arreglar una cosa; enmendar, corregir, remediar; precaver un daño o perjuicio".2. Otro es el de "restablecer las fuerzas, dar aliento o vigor". Este sentido se refiere a algo que sucede con las personas. El objeto del "dar aliento" es una persona. El sujeto, en cambio, puede ser una persona o una cosa. Por ejemplo, en un día de mucho calor, una bebida fría nos resulta reparadora. Y en un momento de tristeza, la presencia del amigo nos repara también.3. El tercer sentido es "desagraviar, satisfacer al ofendido". Aquí se habla sólo de personas: es una acción de personas a personas. Satisfacer es hacer algo, o encontrar un modo de que se perdone una ofensa inferida a otro. Acá es importante la palabra "ofensa" o "agravio". Tradicionalmente se entiende por tal un daño hecho a la fama de la persona, a su honor, o a sus intereses. Pero la ofensa es algo más profundo, tiene su raíz en la dignidad de la persona.


Es importante reconocer que sólo a las personas se las ofende. La persona humana tiene una consistencia, un valor que está alcanzado por el absoluto de Dios, ya que es "la única creatura a la que Dios ha amado por sí misma" (GS 24). Tiene un núcleo irreductible, inviolable; un valor por sí misma; por lo tanto, no se la puede manipular o instrumentalizar sin "ofenderla".


"Dotado de dignidad, por ser semejante a Dios, el hombre puede ofenderse a sí mismo, como también ser ofendido por otros. Solamente Dios y, en el ámbito de esta creación visible, el hombre, son susceptibles de ofensa. Pero Dios es ofendido también cuando es ofendido el hombre, que es su imagen. Así como cuando el hombre es dignificado en esta tierra, Dios mismo resulta glorificado en aquél, a quien llama a ser su hijo.


Cuando el hombre es vejado y degradado, entonces es alcanzado y ofendido el fundamento absoluto de su existencia y de su persona. Por eso Dios es la suprema garantía de la dignidad del hombre, no hay en este mundo ningún acto de amor, por oculto que fuere, que no sea recogido por el absoluto de Dios. Tampoco hay injusticia alguna que, aunque se la pretenda acallar y ocultar, quede ante Él definitivamente secreta y silenciada". "Iglesia y comunidad nacional". Conferencia Episcopal Argentina.


Para comprender en sentido antropológico y teológico lo que significa "reparar", hay que tener el sentido de la persona y el sentido de Dios. Hay que considerar que la persona tiene en Dios un fundamento absoluto, que la pone aparte del resto de las criaturas. Lo que se ofende, aquello sobre lo que recae la ofensa, no es un honor hueco, sino la dignidad intrínseca, la verdad interior de la humanidad de la persona. Por supuesto lo mismo se dice, y en primer lugar, de Dios.


Reparar indica algo de estos tres sentidos: restablecer lo que está roto, animar lo que está mortecino, y restituir lo que se había desconocido de la dignidad de la persona: de la persona de Dios o de la persona humana.



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