jueves, 11 de junio de 2009

CARITAS

Mons. Fernando Bargalló. Obispo de Merlo-Moreno y Presidente de Cáritas de Argentina, en el IX Encuentro Nacional de Referentes de Colecta.

En Cáritas queremos que la Colecta Anual sea un acontecimiento de gracia, distinto de lo que son los eventos. Un evento es algo que se realiza una vez, empieza y termina en sí mismo. Los acontecimientos de gracia tienen una historia de preparación, un momento fuerte y después, siguen fecundando como el rocío mañanero, la vida de las personas.
Queremos que la Colecta sea un acontecimiento de gracia para toda la comunidad eclesial, para que asumamos cada vez más, la conciencia de que la pastoral caritativa no es algo especial de algunos que tienen un sentimiento de mayor proximidad con los más pobres, con los más sufrientes, sino que es algo que pertenece a toda la realidad eclesial y a toda la sociedad. La pastoral de la caridad es uno de los elementos esenciales de la vida de la Iglesia. Si ella faltara, le estaría faltando a nuestro seguimiento de Jesús y a nuestra vida como familia suya, un elemento fundamental.

De manera muy clara lo explica Benedicto XVI en su encíclica “Deus caritas est”: La acción evangelizadora de la Iglesia tiene tres grandes líneas de realización. Una es la martyria, el testimonio. La segunda, es la liturgia, que quiere decir la celebración de un Cristo vivo y resucitado que obra en la historia de muchas maneras pero de una manera especial y cierta, con los Sacramentos. Y la tercera gran acción, es la diaconía, que arranca en el comienzo mismo de la Iglesia, cuando la primera comunidad cristiana descubre que esa comunión que Jesús provoca entre ellos, porque comparten al Maestro, no puede quedarse al nivel de mente o de corazón, sino que tiene también que tocar la vida para hacernos cercanos de los hermanos más pobres; “que no pase ninguno miseria entre ustedes”.

Y así, los primeros cristianos vieron con mucha claridad que la fe en Jesús llevaba a un compartir los bienes del espíritu y los bienes materiales. Hacían colectas. Y Pablo recorría Asia para hacer colectas por la comunidad de Jerusalén, o ponían a disposición de los Apóstoles bienes para que los distribuyeran entre los más pobres. La diaconía, el servicio de caridad hacia el más sufriente está en el arranque mismo de la Iglesia y es parte fundamental de ella. Por eso, la comunidad que no tuviera esta apertura y servicio hacia los más pobres, estaría rengueando.

El servicio de caridad hacia los más pobres no es sólo acción, es también anuncio, y muchas veces, anuncio profético. En el sentido de interpretar la realidad de nuestro tiempo y obrar en ella, discerniendo el de qué modo Dios quisiera que obráramos. Vivir la pastoral caritativa supone una actitud en la que uno no es el rico y tiene, y el otro es sólo pobre y recibe. En la caridad, todos salimos enriquecidos. La asistencia será siempre necesaria en la vida de la sociedad y de la Iglesia, pero busquemos erradicar el asistencialismo, que supone, juntar, por ejemplo, cosas y darle al otro que viene con la mano tendida, sin reconocer su dignidad y sin darle oportunidad a que crezca. Que siga siempre con la mano tendida, pronta a recibir, no lo ayuda a crecer, y nosotros tampoco crecemos cuando empleamos esa manera de interpretar la caridad.

Que la colecta sea un fuerte despertador que suene en la Iglesia y en la sociedad. Si nuestro corazón se ha endurecido, que el mensaje de Cáritas sea de golpear el corazón para volver a conmovernos y poder ver y reconocer la realidad de tantos hermanos y hermanas que por distintas causas y motivos no pueden vivir dignamente. La pobreza, la soledad, la enfermedad, la marginación, la falta de oportunidades para la educación, para la salud, son dolores grandes que nos han de conmover, porque desde Jesús descubrimos que no es posible que hermanos nuestros padezcan esa situación. Existen hermanos y hermanas que padecen, que están en la lucha cotidiana por la supervivencia, cuya voz muchas veces no se oye, cuyas realidades muchas veces no se ven, pero que necesitamos poner sobre el candelero para que nos conmuevan a todos y desde el amor que Dios inspira en nuestros corazones, salir al encuentro.

Acontecimiento de gracia en la Iglesia y para la Iglesia, pero también, anuncio a la sociedad toda. La colecta de Cáritas, justamente, no se realiza sólo en la Misa del sábado a la tarde y del domingo, poco a poco hemos salido a la calle, y a quien no profesa la fe, queremos llegar con un mensaje que le ayude a ahondar su condición de persona humana, y por tanto, miembro de una sociedad, que nosotros sabemos por la mirada creyente que es familia de hermanos. Pero aún quien no tiene fe, tiene que descubrir que la sociedad es interdependencia mutua en la que todos nos necesitamos. Entonces, que la colecta ayude a la Iglesia a ahondar en la pastoral de la caridad, en la apertura y conmoción, en la cercanía y camino conjunto con nuestros hermanos más pobres y sufrientes. Anuncio y conmoción, también a la sociedad, para que no se desentienda tampoco de la realidad del sufrimiento, y reactive interiormente esa capacidad que tenemos todos los hombres de hacernos cercanos los unos a los otros, de tendernos la mano, generosa y solidariamente.■


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