y a los hombres,
que llevan marcada en la frente tu propia imagen.
Y comienzo mi oración ante tu Presencia,
Presencia eucarística de Resucitado.
“Esto es mi Cuerpo”, dijiste en la última Cena,
para anunciar tu amor hasta la muerte.
“Esto es mi Cuerpo” dices ahora,
y me remites a tus imágenes humanas,
al conjunto de tus hijos,
marcados para siempre con un sello divino.
Aunque lo olvido muchas veces,
ellos también son tu Cuerpo.
Quiero adorarte, Señor.
Y quiero amarte en tus hijos
extendidos por el ancho mundo.
Voy a hablarte de ellos;
tal vez así llegue al convencimiento
de que son parte de Ti,
parte, también, de mí.
Pongo ante Ti, Señor, a mis hermanos:
Que los recuerde siempre con sus preocupaciones,
sus alegrías y dolores,
con sus avances y sus tropiezos.
Hazte presente a ellos, para que ellos se acerquen a Ti,
para que te contemplen
y se vean como imágenes tuyas.
Ensancha, Señor, mi corazón
para que quepan todos.
-en el tuyo hay anchura, profundidad, altura...-
Quiero que vengan conmigo hasta Ti.
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