viernes, 29 de junio de 2012

El regreso del hijo pròdigo. Meditaciones ante un cuadro de Rembrandt. (Henri Nowen)

página 47.

"Buscando donde no puede ser encontrado

La cuestiòn es la siguiente:"¿A quién pertenezco?¿A Dios o al mundo?" Muchas de mis preocupaciones diarias me sugieren que pertenezco más al mundo que a Dios. Una pequeña crítica me enfada, y un pequeño rechazo me deprime. Una pequeña oración me levanta el espíritu y un pequeño éxito me emociona. Me animo con la misma facilidad con la que me deprimo. A menudo soy como una pequeña barca en el océano, completamente a merced de las olas. Todo el tiempo y energía que gasto en mantener un cierto equilibrio y no caer, me demuestra que mi vida es, sobre todo, una lucha por sobrevivir: no una lucha sagrada, sino una lucha inquieta que surge de la idea equivocada de que el mundo es quien da sentido a mi vida.

Mientras sigo corriendo por todas partes preguntando: "¿Me quieres?¿Realmente me quieres?", concedo todo el poder a las voces del mundo y me pongo en la posición del esclavo, porque el mundo está lleno de "síes". El mundo me dice: "Sí, te quiero si eres guapo, inteligente y gozas de buena salud. Te quiero si tienes una buena educación, un buen trabajo y compras mucho". Hay interminables "síes" escondidos en el amor del mundo. Estos "síes" me esclavizan porque es imposible responder de forma correcta a todos ellos. El amor del mundo es y será siempre condicional. Mientras siga buscando mi verdadero yo en el mundo del amor condicional, seguiré "enganchado" al mundo, intentándolo, fallando, volviéndolo a intentar. Es un mundo que fomenta las adicciones porque lo que ofrece no puede satisfacerme en lo profundo de mi corazón."

 

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