domingo, 15 de abril de 2012

...el oficio de consolar...

"Con gran devoción y nueva profundidad de sentimientos, también yo esperaba y pedí esto a Dios que se me concediera finalmente ser el siervo y ministro de Cristo el consolador, el ministro de Cristo el ayudador, el ministro de Cristo el redentor, el sanador, el libertador, el enriquecedor Así sucedería que yo también podría, por su medio, ayudar a muchos, a consolarlos, librarlos, darles fortaleza, iluminarles no sólo en su espíritu sino también en sus cuerpos y traerles también otras ayudas para el cuerpo y para el alma de todos y cada uno de mis vecinos"
Pedro Fabro, jesuita

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