domingo, 28 de noviembre de 2010

Sólo tú, Jesús Jesús, mi Dios, mi redentor,
mi amigo, mi íntimo amigo,
mi corazón, mi cariño:
Aquí vengo, para decirte desde lo más profundo de mi corazón
y con la mayor sinceridad y afecto de que soy capaz,
que no hay nada en el mundo que me atraiga,
sino tú sólo, Jesús mío.
No quiero las cosas del mundo.
No quiero consolarme con las criaturas.
Sólo quiero vaciarme de todo y de mí mismo,
para amarte sólo a ti.
Para ti, Señor, todo mi corazón,
todos sus afectos, todos sus cariños,
todas sus delicadezas.
¡Oh Señor!, no me canso de repetirte:
Nada quiero sino tu amor y tu confianza.
Te prometo, te juro, Señor, escuchar siempre tus inspiraciones,
vivir tu misma vida.
Háblame muy frecuentemente en el fondo del alma
y exígeme mucho,
que te juro por tu corazón
hacer siempre lo que tú deseas, por mínimo o costoso que sea.
¿Cómo voy a poder negarte algo,
si el único consuelo de mi corazón es esperar que caiga una palabra de tus labios,
para satisfacer tus gustos?
Pedro Arrupe, sj

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