domingo, 24 de enero de 2010

"Amar siempre". BAC. Inmaculada Yañez, aci.

INTRODUCCION


Santa Rafaela María del Sagrado Corazón ha sido puesta muchas veces como ejemplo de una humildad heroica, casi desconcertante. Desconcertante por las circunstancias que formaron la trama de su vida, pero más aún por su total aceptación del conjunto de situaciones que tanto la hicieron sufrir.

Se nos ocurre a veces que esta mujer tiene una vida demasiado dramática como para ponerla como modelo de identificación. Cuando así pensamos, se nos olvida que, en mayor o menor medida, cualquier ser humano tiene que experimentar en algún momento el fracaso y la incomprensión, y no siempre por “culpa” de los demás. Lo que ya no resulta tan común es que el fracaso y la incomprensión se eleven a la categoría de heroísmo y santidad; y aún más: a la categoría de realización humana. Si esto es posible, será, sin duda alguna, porque el dolor de la vida puede venir envuelto en un gozo desconocido para muchos, la incomprensión puede ser compatible con una cierta comunicación que no siempre alcanzamos a comprender, y el fracaso aparente puede convertirse en una verdadera conquista. Porque ni la santidad ni la realización humana pueden construirse sobre la base de elementos negativos.

Al acercarse a la figura de Rafaela María Porras es imposible eludir el hondísimo drama que estuvo en el centro de su existencia. No vamos a escribir una biografía disfrazada de novela rosa o azul, ni una especie de libro de ciencia-ficción en el que describamos lo que pudo haber sido y no fue. Pero si Rafaela María, como fundadora o como líder, tuvo unos extraordinarios valores humanos, interesa enfocar a esos componentes de su personalidad para constatar que el drama de su vida no los anuló, sino que siguieron existiendo, desarrollándose, dando fruto.
Interesa, por ejemplo, profundizar en el sentido de su gozo profundo y constante. Es preciso explicarse y explicar cómo pudo llegar a decir de sí misma en cierta ocasión que era “la mujer de la dicha”. En una vida como la su ya, esta frase suena, por lo menos, a increíble.

Pero Rafaela María era demasiado lúcida y demasiado sincera para decir palabras fatuas; cuando ella habla de alegría, su testimonio está avalado por una apacibilidad constante, por una sonrisa atrayente que no se marchita, que no se convierte en una mueca a lo largo de muchos años de monotonía. Esta es una biografía breve, y no vamos a hacer un prólogo más largo que el desarrollo del libro. Lo que hemos esbozado en líneas anteriores podría resumirse así: en Rafaela María, la humildad fue servidora fiel del amor siempre y en todo momento. Este amor humilde la liberó de cualquier amargura y le permitió vivir en una paz sin límites.

Si aceptó desaparecer, no fue ni más ni menos porque ella lo estimó necesario para que otros vivieran, para que fuera posible una existencia feliz en su Instituto. Después de agotar todos los recursos, comprendió que era preciso apartarse del primer plano, “disminuir” para que otros “crecieran”. Porque amó mucho, pudo vivir humildemente, sin perder nunca un hondo sentido de su dignidad, en eso que ella llamaba “la independencia santa de los verdaderos hijos de Dios”.

Esta no es una biografía “científica”. Se ha evitado absolutamente todo aparato crítico, en orden a facilitar la lectura al mayor número de personas. El que conozca a Rafaela María, sin embargo, encontrará en este libro resonancias continuas de sus palabras. A veces aparecen citadas textualmente, entrecomilladas, pero ni siquiera en estos casos va escrita al pie de página la nota que indica su procedencia. El que quiera un libro de historia en el sentido técnico más restringido, debe encaminarse hacia otras biografías anteriores. Pero este libro es fiel a la historia, aunque prescinda de los andamiajes de una obra crítica. Va dirigido a. todas aquellas personas que deseen conocer a esta mujer extraordinaria, pero que no dispongan del tiempo o del hábito de leer volúmenes de cerca de mil páginas. También a aquellas otras personas que,
después de haberla conocido, no se cansan de saber más y más acerca de ella, de recordar sus palabras, de reflexionar sobre el sentido de su vida sencillamente heroica.

Al escribir Cimientos para un edificio, biografía publicada en esta misma editorial, tuvimos buen cuidado de mostrar todas las circunstancias, y hasta peripecias, que rodearon el crecimiento del edificio del que Rafaela María y su hermana fueron piedras fundamentales. En esta obra mucho más breve, sin descender a tantos detalles, quisiéramos insistir en la fuerza persuasiva de una vida que tiene la humildad de los cimientos, pero, sobre todo, la sonriente esperanza del amor.

Roma, 6 de enero de 1985, 60º aniversario de la muerte de Santa Rafaela María del Sagrado Corazón.

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