domingo, 1 de noviembre de 2009

Vida y Santidad. Tomas Merton

"El cristiano perfecto, por lo tanto, no es el que es necesariamente impecable y situado más allá de toda flaqueza moral, sino el que, porque sus ojos están iluminados para conocer las dimensiones totales de la misericordia de Cristo, ya no está atormentado por los dolores y fragilidades de la vida terrena. Su confianza en Dios es perfecta, porque ahora sabe, por así decir, por experiencia, que Dios no puede dejar de asistirle (y, con todo, este conocimiento es simplemente una nueva dimensión de la fe leal). Corresponde a la misericordia de Dios con confianza perfecta.

Para dichos hombres, verdaderos enamorados de Dios, todas las cosas, parezcan buenas o malas, son en realidad buenas. Todas las cosas manifiestan la misericordia amorosa de Dios. Todas los acontecimientos les sirven para unirse más estrechamente con Dios. Para dichos hombres, ya no existen los obstáculos. He aquí el significado de la “perfección espiritual” y la consiguen no los que tienen fuerza sobrehumana, sino aquellos que, aun débiles y defectuosos en sí mismos, confían perfectamente en el amor de Dios.”
"...sus ojos están iluminados
para conocer las dimensiones totales
de la misericordia de Cristo..."


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