domingo, 15 de noviembre de 2009

Conferencia: Anselm Grüm. 2006-BA(parte VI)

Y la quinta área son justamente las relaciones. Relaciones quiere decir que con todo me adapto y me manejo con todo, pero si una persona no se maneja con nada, si no puede ingresar en comunión en conjunto esto también es una señal. En la casa de recogimiento, en donde trabajo hace 16 años, también aparecen sacerdotes que tienen un conflicto con la comunidad, dirigen esa comunidad, o con quienes dirigen esa comunidad. Un hombre o una mujer cuenta algo entonces uno primero piensa que el dirigente realmente es caótico, que está obsesionado con el poder, el sacerdote realmente se esforzó mucho, pero en una situación muy difícil ¿cómo encontrar una solución? Esta es la impresión que uno se lleva de esta reunión o charla y se lo di a trabajar durante una semana en el equipo de cocina, se habla mucho, todos se enojan con esta persona, y nos damos cuenta que probablemente se deba a el también un poco, que los conflictos se generen por la forma en que el trata a las personas, como se maneja con las mujeres. Esto del convivir, del estar juntos, muestra claramente como está el alma de esa persona. Un hermano hablaba siempre del gusto de Jesús. Se puede reconocer el gusto a Jesús en el acompañamiento, y este gusto no se reconoce únicamente en las palabras devotas sino en lo que se irradia de la persona. Si alguien está con gusto con esa persona, si hay algo agregado, si hay algo que sojuzga a los demás, que es amargo en el otro, a esto lo experimento muchas veces en las relaciones, no tiene que ser en el matrimonio o en la amistad sino en relaciones de trabajo por ejemplo. Hay algunos que sienten que de su jefe siempre aparece algo que evalúa al otro, siempre se siente evaluado por el jefe y uno no puede hablar con el jefe en forma normal, siempre hay un reproche, yo hago tanto por ustedes y ustedes no hacen nada a cambio, no hace nada por mi. ¿Qué irradio? Aparece el reproche, evalúo al otro, juzgo al otro o irradio otra cosa. Puedo hablar tanto de amor al prójimo. El amor al prójimo no es algo que debo proclamar sino que debo hacer, mostrar, y se muestra mucho en lo que yo irradio, algo que humilla al otro o hay personas que ingresan a un espacio e irradian un clima frío, otros lo que irradian es “ustedes no saben nada, yo soy el único que sabe todo”. Eso es una postura. ¿Qué es lo que irradian las personas? Es algo que se nota y puede ser algo desagradable, y el estar en conjunto es un muy buen test de la vida espiritual. Dios me habla a mí en este estar con otros.

Estas eran las cinco áreas a las que quería referirme y resumir ahora algunos pensamientos.

¿Qué significa la espiritualidad para mí? Significa que todo lo que tengo en mi interior, también mi vida muy concreta, mi trabajo, mis relaciones, lo cotidiano, que a esto lo llevo ante Dios, que lo vea, que lo analice a la luz de Dios y diga la luz de Dios está ahí, el espíritu de Jesús ingresó a todas las áreas de mi vida, en lo inconciente, en mis sueños, en mis sentimientos, en mis pensamientos, en mi cuerpo, en mi trabajo, en mis relaciones, o solo tengo una imagen exterior de la espiritualidad pero que no transforma al hombre realmente. La transformación es por supuesto un elevado ideal, que seamos permeables a Cristo. Esta probablemente sea la meta de nuestra vida espiritual y lo notamos en las personas, es decir, si pone a su ego en primer término o es más permeable a otra cosa y se deja en manos de Cristo, este es el objetivo de nuestra vida espiritual. Pero para eso tenemos que analizar todas las áreas y aquí nos encontramos otra vez con la humildad. Para mí la psicología cumple la función que lo teológico sea reducido, no es que lo teológico esté reduciendo todo a lo psicológico, en la casa de recogimiento tengo el acompañamiento terapéutico y psicológico y hablamos todas las semanas en el equipo sobre los diferentes aspectos de las diferentes personas que se alojan en esta casa de ejercicios. La persona tiene que poner todo en su relación con Dios, no es que lo psicológico y lo espiritual estén separados sino que es algo que debe confluir. Todo lo que está en mi interior, mi cuerpo, mis emociones, mis pasiones, mis necesidades, mis impulsos, mi vitalidad, mis relaciones, que mire todo esto y que a todo ello lo relacione con Dios y deje que sea entonces penetrado por el Espíritu Divino. El objetivo es que nos vayamos transformando cada vez más en aquello en el ser único, en el hombre único al cuál Dios nos ha llamado, la palabra única que ha pronunciado Dios en nosotros, es decir, que nos liberemos de algunas imágenes ideales. Hay algunas imágenes ideales que nos ponen en contacto con nuestros propios potenciales. Si leo las historias de los santos y estoy fascinado con ellos, o leo la Biblia y estoy fascinado por esta lectura, entonces esto me pone en contacto, me llega y digo que en Jesús hay un anhelo que siento que puede vivir en mí, siento que es mi vida. Pero también hay otros en los cuáles tengo una imagen ideal exterior y digo que tengo que copiar al otro, y en esos caso suelo huir de mi propia realidad. Es decir, yo tengo que representar mi manera espiritual de Jesús, tengo que respetar la de otros pero la tengo que vivir a mi manera, en ese caso la espiritualidad también tiene una tarea moldeadora, formadora. Es un gozo personal, privado, es decir que si yo entierro en este mundo mi propia huella de vida entonces estoy realizando una transformación. Hay mucha gente que dice que no podemos modificar nada porque los poderes son los que determinan el mundo, que cada uno de nosotros no es importante. Al contrario, cada uno de nosotros es personal, tiene una cara, un rostro, irradia algo. ¿Qué huella es la que quiero enterrar?, ¿Cuál es mi huella que no debo enterrar? ¿Cuál es mi rastro en la vida? Eso tiene que ver con mis heridas, con mi historia. Al mirar mi vida transformarla. Pero si yo entierro, sepulto mi propio rastro de vida, entonces encontraré algo cálido ahí.

Una imagen de los primeros monjes, ellos estaban convencidos que cuando iban al desierto, el desierto es el lugar de los demonios y donde está la mayor tiniebla, y dejan que esto aclare un poco y dejen entrar a Cristo en su corazón, entonces el mundo será más claro para ellos. Eso es una imagen. Uno de los monjes mayores decía que si vas al desierto y te haces monje entonces no te imagines que serás algo mejor o que eres algo mejor, sino imagínate que eres un perro que muerde, que está atado a una correa para que no muerda a otros. Vida espiritual quiere decir que si soy un perro que muerde entonces yo me ato a la correa para no dañar a los demás, al medio ambiente, al entorno, es decir que protejo a los otros de mis agresiones y de mi negatividad. Si yo me transformo, entonces de mi parte algo también.

La espiritualidad quiere también transformar a este mundo no por grandes acciones o campañas que tienen también este mandato en lo social, en lo político, iniciar proyectos en estas áreas, pero cada uno de nosotros tiene la misión de dejar sepultado, de dejar marcado su rastro, su señal. Dios a través de mí también quiere expresar algo en este mundo, entonces a través de su vida, este mundo será más cálido, más humano y más claro. Creo que este es el objetivo.

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