viernes, 11 de septiembre de 2009

LA NOCHE DE LOS POBRES ESTÁ EN VELA. Pedro Casaldáliga y José María Vigil.

mundialicémonos; por la comunión más universal siempre, en primer lugar, y por la comunicación, cada vez más universal y más rápida. Como hay una guerra a muerte del Norte contra el Sur, debe haber una alianza de vida entre el Sur y el Norte. Además d e que no todo lo que hay en el Norte es ese Norte de Muerte.



Hagamos de la sociedad civil y sus varias estructuras y movilizaciones el gran espacio de la solidaridad. La ciudadanía es hoy una reivindicación universal. La mayoría de nuestros respectivos conciudadanos quiere, a su manera, participar. Facilitémosl es la participación solidaria.


Debemos seguir siendo «quinta columna» dentro del ámbito capitalismo neoliberal, y forzar desde dentro la evidencia de su perversidad, de sus contradicciones, de su no-futuro para la humanidad.


Todavía, hoy y siempre, debemos cultivar la forma de solidaridad permanente, necesaria, de lo pequeño, que se reproduce, que puede acabar haciendo germinar lo grande. Con muchas pequeñas «ollas comunes» se puede llegar a hacer una gran mesa socializad a.


Prepararemos el futuro, el relevo que agarre la antorcha. La insatisfecha rebeldía y la inagotable generosidad de la juventud nos esperan. Hoy el mundo es más solidario que ayer. Mañana lo será más que hoy. El mañana se llama solidaridad.


A veces habremos de saber enriquecer nuestro lenguaje, para hablar sin maniqueísmos de opresión-liberación; o el tono, cuando el análisis pudiese parecer excesivamente racional o pesimista; o el talante, cultivando la confianza en nosotros mismos y en los demás y echándole chile de buen humor al mal humor de la muerte impuesta; o la perspectiva, siempre, porque la Humanidad no es suicida y el Reino es mayor que la Iglesia, y nuestro Dios es el Dios de la vida, y lo nuestro -como lo Suyo- es, decididamente, el Reino.


Vamos aprendiendo. La toma del poder será, cada vez más, por las armas de la conciencia comunitaria, participante, alterativa. Y semejantemente, las mayores derrotas serán las derrotas éticas, de la conciencia, de la solidaridad, del amor. La más reciente rebelión del Continente, la de los zapatistas de Chiapas, todavía balbuciente como un grito, ya nos está enseñando otro modo de rebelarse, con unas perspectivas mayores y penetrando en los diferentes sectores de la sociedad; sin canonizar las armas; canonizando sólo las Causas.


Al detalle: ahí están las jornadas de solidaridad; las fechas memorables; las publicaciones; las visitas que vienen y van; las otras entidades -cristianas o no, pero comprometidas con alguna de las grandes Causas-; las ayudas concretas también -campañas, autoimpuesto, remesas de medicamentos o de alimentos o de ropa-; las vigilias; las acciones artísticas; la militancia diaria del tú a tú, que concientiza y compromete en la familia, en el trabajo, en la comunidad.

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