“Nunca se dará el caso, ni aún en las más altas cimas de la vida espiritual, de que pueda alguien llegar a tener tal conocimiento del Padre que en adelante le dispense de tener que pasar por Aquél que continúa siendo siempre y para todos “el Camino” y “la Imagen del Dios Invisible”. Esto mismo debe aplicarse a la Iglesia, cuyo fin es el mostrarnos a Cristo, llevarnos a El y comunicarnos su gracia, lo que equivale a decir que la única razón de su existencia es la de ponernos en comunicación con El”.Henri de Lubac: Meditación sobre la Iglesia, Desclee de Brouwer, Bilbao, 1964, Pag. 182.
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