domingo, 21 de junio de 2009

Marcha Corpus 2009. Buenos Aires

Mensaje del Cardenal Bergoglio a los Jóvenes en la Marcha de Corpus 2009



Queridos jóvenes, hoy le han mostrado a la gente que todavía en Buenos Aires se sueña. Que se viven sueños en Buenos Aires. Sueños capaces de hacer caminar a los jóvenes atravesando la ciudad. Sueños capaces de meterse en la vida de la ciudad y decir “esto puede cambiar”. Son capaces de meterse en los corazones y decir “vení, el Señor te ama, amá vos también”. Sueños capaces de proclamar que vale la pena jugarse la vida por Jesús. Yo creo en esos sueños. Yo les quiero decir que nosotros necesitamos de sus sueños.

¡Necesitamos de sus sueños! Una sociedad donde los jóvenes no sueñan está muerta. Necesitamos que ustedes siembren sus sueños en la sociedad. Necesitamos de sus utopías, que las planten en el tejido social, y hagan reverdecer aquello que estamos viendo tan alicaído. Necesitamos que los sueños de ustedes se metan en todos los rincones de la ciudad. Porque los sueños de ustedes no son solamente de ustedes, son de aquellos que ya se están jugando la vida.

Anímense a soñar, no se duerman. Los jóvenes dormidos no sirven. Anímense a soñar, anímense a caminar y, entonces sí, a jugarse la vida por el Señor.

Jesús caminó con ustedes, y va a seguir caminando hasta la plaza. Jesús tiene un mensaje, que es el sueño más grande, que somos todos hermanos, el mensaje del amor. Y eso ustedes lo pueden dar. Anímense a soñar esos sueños. No tengan miedo de soñar, si se les va la mano, ya los van a bajar de un hondazo, no se preocupen.

¡Pero sueñen, por favor! Necesitamos de los sueños de ustedes. No pierdan sus sueños. Y así como una vez les dije esto “que no les metan la mano en el bolsillo y les roben la esperanza”. Hoy les digo “ojo, que no les tiren un baldazo de agua y les apaguen los sueños”. ¡No se dejen robar los sueños! Por ninguna propuesta que parezca más fascinante en el momento, pero que termina en dos minutos. No te dejés robar el sueño que tenés en tu corazón. Ese sueño te lo opuso Dios para sembrarlo, para convencer a otros, para llevar a otros, para jugarte la vida por el Señor.

Ahora, soñando, estas cuadras que nos faltan, vamos hasta la plaza y ahí nos vamos a encontrar con Jesús. Soñando, cantando, llenos de vida, con ganas de decirle a Jesús “Jesús, me quiero jugar la vida por Vos”. Y créanme que necesitamos de esos sueños, y toda la ciudad, que ustedes, soñando, se jueguen la vida por Jesús. ¡Adelante entonces!