domingo, 27 de noviembre de 2011
miércoles, 23 de noviembre de 2011
domingo, 20 de noviembre de 2011
Cristo Rey
Del Prefacio de la Misa:
En verdad es justo y necesario,
es nuestro deber y salvación,
darte gracias
siempre y en todo lugar,
Señor, Padre santo,
Dios todopoderoso y eterno.
Porque consagraste Sacerdote eterno
y Rey del universo
a tu único Hijo, nuestro Señor Jesucristo,
ungiéndolo con óleo de alegría,
para que , ofreciéndose a sí mismo
como víctima perfecta y pacificadora
en el altar de la cruz,
consumara el misterio de la redención humana;
y , sometiendo a su poder la creación entera,
entregara a tu majestad infinita
un reino eterno y universal;
el reino de la verdad y la vida,
el reino de la santidad y la gracia,
el reino de la justicia, el amor y la paz.
...
miércoles, 16 de noviembre de 2011
Reconocer el pecado
Reconocer el pecado nos permite invocar, aceptar, celebrar la misericordia
Autor: P. Fernando Pascual | Fuente: Catholic.net |
En algunos lugares es fácil encontrar a católicos que han perdido la idea del pecado. De ahí se deriva la desafección hacia el sacramento de la confesión y, en no pocos lugares, la costumbre de comulgar sin ninguna inquietud acerca de si uno posee o no posee las disposiciones suficientes para participar en
Los sacerdotes estamos llamados a ofrecer caminos que permitan descubrir el sentido del pecado, la gravedad que se esconde en toda ofensa al Dios que es Creador y Padre, la ruptura que se produce en nuestras relaciones con los hermanos. Sólo desde el reconocimiento de la realidad del pecado es posible abrirse al horizonte de la misericordia, al maravilloso proyecto de Podem No es fácil especialmente en el mundo moderno, dominado por la ciencia, el racionalismo, las corrientes psicológicas, las “espiritualidades” tipo New Age. Un mundo en el que queda muy poco espacio para Dios, y casi nada para el pecado. Muchos reducen la idea del pecado a complejos psicológicos o a fallos en la conducta que van contra las normas sociales. Desde niños nos educan a hacer ciertas cosas y a evitar otras. Cuando no actuamos según las indicaciones recibidas, vamos contra una regla, hacemos algo “malo”. Pero eso, técnicamente, no es pecado, sino infracción. Otros justifican los fallos personales de mil maneras. Unos dicen que no tenemos culpa, porque estamos condicionados por mecanismos psíquicos más o menos inconscientes. Otros dicen que los fallos son simplemente fruto de la ignorancia: no teníamos una idea clara de lo que estábamos haciendo. Otros piensan que el así llamado “pecado” sería sólo algo que provoca en los demás un sentimiento negativo, pero que en sí no habría ningún acto intrínsecamente malo. A través de la catequesis de adultos, de las diversas actividades pastorales de la parroquia, de la predicación dominical, se hace urgente un esfuerzo por superar este tipo de interpretaciones equivocadas e insuficientes. Para descubrir lo que es el pecado necesitamos reconocer que nuestra vida está íntimamente relacionada con Dios, que existimos como seres humanos desde un proyecto de amor maravilloso. Es entonces cuando nos damos cuenta de que Dios llama a cada uno de sus hijos a una vida feliz y plena en el servicio a los hermanos, y que nos pide, para ello, que vivamos los mandamientos. Porque existe Dios, porque tiene un plan sobre nosotros, entonces sí que podemos comprender qué es el pecado, qué enorme tragedia se produce cada vez que optamos por seguir nuestros caprichos: nos apartamos del camino del amor. Al mismo tiempo, si al mirar a Dios reconocemos que existe el pecado, también podemos descubrir que existe el perdón, la misericordia, especialmente a la luz del misterio de Cristo. Lo dice de un modo sintético y profundo el Compendio del Catecismo de Es cierto que nos cuesta reconocer que hemos pecado. Pero hacerlo es propio de corazones honestos y valientes: llamamos a las cosas por su nombre, y reconocemos que nuestra vida está profundamente relacionada con Dios y con su Amor hacia nosotros. Reconocer, por tanto, el pecado nos permite invocar, aceptar, celebrar la misericordia (según una hermosa fórmula usada por el Papa Pablo VI en su "Meditación ante la muerte"). De lo contrario, nos quedaríamos a medias, como tantas personas que ven sus pecados con angustia, algunos incluso con desesperación, sin poder superar graves estados de zozobra interior. Es triste haber cometido tantas faltas, haberle fallado a Dios, haber herido al prójimo. Es doloroso reconocer que hemos incumplido buenos propósitos, que hemos cedido a la sensualidad o a la soberbia, que hemos preferido el egoísmo a la justicia, que hemos buscado mil veces la propia satisfacción y no la sana alegría de quienes viven a nuestro lado. Pero la mirada puesta en Cristo, el descubrimiento de De este manera, podremos afrontar con ojos nuevos la realidad del pecado, de nuestro pecado y del pecado ajeno, con la seguridad de que hay un Padre que busca al hijo fugitivo: así lo explica Jesús en las parábolas de la misericordia (Lc 15), y, en el fondo, en todo su mensaje de Maestro bueno. Descubriremos entonces que si ha sido muy grande el pecado, es mucho más poderosa la misericordia (cf. Rm 5). Estaremos seguros de que el amor lleva a Dios a buscar mil caminos para rescatar al hombre que llora desde lo profundo de su corazón cada una de sus faltas. Juan Pablo II hizo presentes estas verdades en su encíclica "Dives in misericordia" (publicada en el año 1980). Entre sus muchas reflexiones, el Papa indicaba que “ También el Papa Benedicto XVI, en su encíclica Deus caritas est, evidenció la grandeza y profundidad del perdón divino: “El amor apasionado de Dios por su pueblo, por el hombre, es a la vez un amor que perdona. Un amor tan grande que pone a Dios contra sí mismo, su amor contra su justicia. El cristiano ve perfilarse ya en esto, veladamente, el misterio de El misterio de C |
lunes, 14 de noviembre de 2011
TIEMPO DE ADVIENTO
"Antes de salir a la vida pública para iniciar su predicación, Jesús, anunciado por el Bautista pasó por el desierto.Ése es su camino"
En el desierto, si bien encontró una profunda intimidad con su Padre, encontró también las tentaciones, haciéndose de esta manera solidario con todos los hombres. Y salió vencedor.
Es el mismo camino que volvemos a encontrar después en su muerte y resurrección. Al haber recorrido su camino hasta el fondo, Jesús se vuelve El mismo "camino" para nosotros que vamos caminando"
Chiara Lubic
TIEMPO DE ADVIENTO
"Preparen el camino del Señor, allanen sus senderos". (Lc 3,4)
"Preparen el camino del Señor, allanen sus senderos".
Pero si ésta es una palabra de alegría, es también una invitación a dar una nueva orientación a toda nuestra existencia, a un cambio radical de vida.
El Bautista invita a preparar el camino del Señor.
Pero ¿cuál es este camino?
En este tiempo de Adviento, he aquí una nueva "palabra" que estamos invitados a vivir. El evangelista Lucas la toma de Isaías, el profeta de la consolación.
Para los primeros cristianos, esta palabra está referida a Juan Bautista, quien precedió a Jesús.
En este tiempo que precede a la Navidad, la Iglesia, presentando al Precursor, nos invita a la alegría, porque el Bautista es como un mensajero que anuncia al Rey, quien, en efecto, está por llegar.
Está cerca el tiempo en el cual Dios cumple sus promesas, perdona los pecados, dona la salvación.
Pero si ésta es una palabra de alegría, es también una invitación a dar una nueva orientación a toda nuestra existencia, a un cambio radical de vida.
El Bautista invita a preparar el camino del Señor.
Pero ¿cuál es este camino?
Chiara Lubich(Publicado en Parola di vita, Cittá Nuova n.22/1997.Roma)
domingo, 6 de noviembre de 2011
La plaza de San Pedro, en Roma, durante siglos no ha tenido una imagen de la Virgen. Un amigo mío, universitario, en mayo de 1980, al ver tantas estatuas e imágenes en la plaza comentó: "¡Falta la Virgen!; si tengo oportunidad, se lo digo al Papa". A los pocos días, en una audiencia de Juan Pablo II con universitarios, el Papa iba saludando por el pasillo central del aula a los más cercanos. Cuando pasó cerca de este amigo, le dijo: "Santo Padre: en la plaza de San Pedro no está la Virgen, no está la Madonna ... ". Juan Pablo II lo pensó un momento y le contestó en castellano: "La Plaza no está completa ... Habrá que terminarla, habrá que terminarla ... ".
Al año siguiente, en 1981, el Papa inauguraba un mosaico grande dedicado a María, Madre de la Iglesia, que se encuentra en una fachada, sobre la plaza. "Me alegra inaugurar este testimonio de nuestro amor ( ... ), que todos los que vengan a esta plaza de San Pedro eleven la mirada a nuestra Señora, para dirigirle ( ... ) un saludo personal".
Al año siguiente, en 1981, el Papa inauguraba un mosaico grande dedicado a María, Madre de la Iglesia, que se encuentra en una fachada, sobre la plaza. "Me alegra inaugurar este testimonio de nuestro amor ( ... ), que todos los que vengan a esta plaza de San Pedro eleven la mirada a nuestra Señora, para dirigirle ( ... ) un saludo personal".
"Elemento fundamental y reconocible de toda vocación al sacerdocio y a la vida consagrada es la amistad con Cristo. Jesús vivía en constante unión con el Padre, y esto era lo que suscitaba en los discípulos el deseo de vivir la misma experiencia, aprendiendo de Él la comunión y el diálogo incesante con Dios. Si el sacerdote es el “hombre de Dios”, que pertenece a Dios y que ayuda a conocerlo y amarlo, no puede dejar de cultivar una profunda intimidad con Él, permanecer en su amor, dedicando tiempo a la escucha de su Palabra. La oración es el primer testimonio que suscita vocaciones. Como el apóstol Andrés, que comunica a su hermano haber conocido al Maestro, igualmente quien quiere ser discípulo y testigo de Cristo debe haberlo “visto” personalmente, debe haberlo conocido, debe haber aprendido a amarlo y a estar con Él".Benedicto XVI
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