miércoles, 30 de junio de 2010

“La construcción de una civilización del amor requiere temples recios y perseverantes, dispuestos al sacrificio e ilusionados en abrir nuevos caminos de convivencia humana, superando divisiones y materialismos opuestos.”

(del Mensaje del Santo Padre Juan Pablo II para la II Jornada Mundial de la Juventud)

miércoles, 23 de junio de 2010

El padre Carlos Mugica.

El Cura

"En la luz de mi tierra"
Editora Patria Grande


EL CURA

Al padre Carlos Mugica lo conocí una nochecita de verano antes de los años 70. Él venía de misionar en mi tierra natal del norte santafesino, donde era obispo su amigo Mons. Juan José Iriarte, y quizá por eso puse una especial atención en su persona en aquella primera ocasión. Pasó para hacer noche aquí y a la vez saludar al Padre Pedro Eugenio Alurralde, su amigo de infancia, que era entonces el Prior del monasterio. Para mi fue en ese momento uno de los tantos curas que solían frecuentar el monasterio, a veces solo de paso, y otras buscando unos días de sosiego en los que realizar un retiro.

Llegaron los tiempos posteriores al Concilio, y sobre todo aquellos que siguieron al encuentro de los obispos latinoamericanos en Medellín. Y muchos curas, religiosos, monjitas y laicos comprometidos, comenzaron a hacer una clara opción por los pobres. Muchos de ellos incluso dejaban sus colegios clasistas, para ir a vivir en barriadas pobres en lo que se llamaba Comunidades Religiosas Insertas en Medios Populares (CRIMPO). Muchos de ellos habían firmaron un documento de compromiso para dedicarse a la evangelización del tercer mundo.

Los más comprometidos en esta línea formaron un movimiento que se dio en llamar Curas para el Tercer Mundo. Cuando yo conocí a Carlitos Mugica más de cerca, esos tiempos habían madurado bastante. Y sobre todo, los curas del tercer mundo de la zona de capital, ya habían comenzado a llamarse curas villeros, por su dedicación casi exclusiva a la pastoral en los ambientes de Villas miserias de la Capital y Gran Buenos Aires. El Padre Rafael Tello era reconocido como su líder espiritual, y el referente indiscutido de todo el grupo. Su principal preocupación era dar una fuerte espiritualidad a la acción concreta de estos jóvenes sacerdotes. Y por ello se propuso acercarlos al monasterio de Los Toldos. Y para mi sorpresa, fue él quien me pidió que acompañara a estos curas en los retiros espirituales que los reunieron aquí en las semanas finales del verano de los años 72 al 74. Mi misión era darles un par de charlas diariamente, motivándolos para la reflexión de la palabra de Dios. A veces compartía con ellos también la reunión de la noche.

Estos encuentros me permitieron conocer más de cerca al Padre Carlitos Mugica. Sobre todo saber de su personalidad, su apasionamiento por algunas cosas, y su profunda piedad. Cada día lo veía entre los primeros que llegaban a la capilla para compartir nuestra oración de la madrugada, antes de las 5 de la mañana. Y por la noche era de los últimos en dejar la capilla, cuando había que cerrarla.

Recuerdo bien nuestro último diálogo, casi en el estribo de la camioneta que lo llevaría de regreso a la Capital, amontonado con todo el grupo de curas. Para que pudieran sentarse en la parte trasera del vehículo que traía cúpula, fuimos hasta los galpones a buscar unos fardos de pasto. Aproveché ese momento para preguntarle si tenía miedo a que lo mataran, ya que había recibido varias amenazas en ese sentido. Y me sorprendió su respuesta:
-No. ¡A lo que le tendría mucho miedo es a despertarme un día y saber que me echaron de la Iglesia!
A lo que yo le respondí:
-No tengas miedo Carlitos. ¡Dios te va a ser fiel!
Y ya en el momento de despedirnos mientras nos dábamos un abrazo me dijo, haciendo alusión al año santo que se iba a celebrar pronto:
-¡Este año muchos nos encontraremos con Dios!
Fue lo último que le escuché. Pocas semanas después, en la madrugada de un 11 de mayo, fiesta de San Mamerto, y aniversario del nacimiento de Fray Mamerto Esquiú y de la muerte se Ceferino Namuncurá, me enteré que lo habían ametrallado a la salida de una Capilla de barrio donde había celebrado esa tarde la Eucaristía y acababa de preparar una parejita para el sacramento del matrimonio. Murió claramente como cura.

Sacudido hondamente por esta noticia, pocos días después escribí de él esta semblanza, sobre todo para salir al paso de tantas opiniones que trataban de desfigurar su imagen, y de justificar o condenar el hecho culpando ya sea a una parte o a la otra de las que en ese momento estaban en pugna. Y completé unos versos que había escrito para él.

La Violencia de la Sombra
Dios le había regalado un lindo corazón. Era capaz de amar y apasionarse. Tenía capacidad para ver. Sus ojos siempre miraban a las cosas, y no le costaba vibrar con lo que veía. Por eso las injusticias lo sacudían fuerte. Muchos le tenían desconfianza porque le conocían un corazón arrebatado y violento.

Encima era bastante ingenuo. Le gustaba hablar, mostrarse y manifestar lo que llevaba adentro. Eso le hacía amar cosas contradictorias, y muchos creyeron que era un incoherente. Otros creyeron poder utilizarlo, y cuando él siguió nomás su rumbo, no lo comprendieron.

Alma de niño, buscaba ansiosamente la verdad, y quería a toda costa practicar la justicia. Llevar la justicia a la práctica era para él una obsesión. Tal vez hubiera algo de biológico en ese apetito de justicia. Por eso se comprometía tan entero cuando veía, en algún lugar o persona, la realidad del compromiso por la justicia. Pero como la justicia es una realidad tironeada por diversos bandos que creen poseerla en exclusiva (como se pelean los perros por la achura), le sucedió más de una vez el querer tironear desde distintos rumbos. Desde todos lados le ladraron para animarlo, y de todos lados le lanzaron su mordisco. Y él seguía nomás, apasionado por llevar la justicia a la práctica. Tal vez sin plan, sin proyectos, guiado como por un instinto. Amaba la parte de justicia que encontraba en cada hombre, y pretendió sacudir la vergüenza en cada grupo.

Y eso es peligroso. Es peligroso ponerse a plena luz cuando andan sueltas las tinieblas. Y en cada compromiso, en cada realidad hay un encontronazo entre la luz y las tinieblas, entre el miedo y la vergüenza. Y es peligroso para un hombre amar la luz en cada cosa, y en cada cosa pretender vencer la noche mediante la vergüenza.

Por eso el miedo que hay en cada uno de nosotros se puso a perseguirlo. A escondidas, por supuesto. El miedo suele ser cobarde, y prefiere no mostrar la cara al descubierto. De ahí que el día que lo mataron, nadie quiso ser responsable del suceso. Nos echamos la culpa mutuamente, y hasta a lo mejor creímos ser sinceros.

Poco importa el nombre del que lo mató. Conocemos sí, el nombre y apellido del que ha muerto. Lo mató la violencia de las sombras, y su nombre está escrito en el libro de la vida. Un pueblo lo lloró en silencio. Ese pueblo que también ama la justicia, y que como todos los perseguidos por llevar la justicia a la práctica, tendrá en herencia el Reino de los cielos.

Porque al morir un hombre por practicar la justicia, se opera en él la victoria definitiva de la luz sobre las sombras. La luz vence en ese hombre a las tinieblas. Y así se le abren las puertas del Reino de la luz.

-Felices de ustedes cuando sean perseguidos e insultados, y cuando digan toda clase de cosas falsas sobre ustedes. Alégrense, no se pongan tristes: porque van a recibir un gran premio en los cielos; porque así también persiguieron a los profetas que vivieron antes que ustedes (Mt 5, 11-12).

Texto escrito sobre Carlos Mugica por Mamerto Menapace en el libro "En la luz de mi tierra" de Editora Patria Grande

http://editorapatriagrande.com/

martes, 22 de junio de 2010

Oh Dios! Somos uno contigo. Tú nos has hecho uno contigo. Tú nos has enseñado que si permanecemos abiertos unos a otros Tú moras en nosotros. Ayúdanos a mantener esta apertura y a luchar por ella con todo nuestro corazón. Ayúdanos a comprender que no puede haber entendimiento mutuo si hay rechazo. ¡Oh Dios! Aceptándonos unos a otros de todo corazón, plenamente, totalmente, te aceptamos a Ti y te damos gracias, te adoramos y te amamos con todo nuestro ser, nuestro espíritu está enraizado en tu Espíritu. Llénanos, pues, de amor y únenos en el amor conforme seguimos nuestros propios caminos, unidos en este único Espíritu que te hace presente en el mundo, y que te hace testigo de la suprema realidad que es el amor. El amor vence siempre. El amor es victorioso. AMÉN.

-Thomas Merton-

lunes, 21 de junio de 2010

"Muéstranos Señor,

tus caminos,

danos luz

para no hacer más que lo que sea tu voluntad".

Santa Rafaela María

martes, 15 de junio de 2010

The Mission - Gabriel's Oboe

¿Qué es la comunión?

DEL DIARIO DE ASIA (1968)

El nivel más profundo de comunicación no es la comunicación, sino la

comunión.

Sin palabras.

Más allá de las palabras y más allá del lenguaje y más allá del concepto.

No es que descubramos una nueva unidad.

Descubrimos una unidad antigua.

Mis queridos hermanos, nosotros ya somos uno.

Pero imaginamos que no es así.

Y lo que hemos de recuperar es nuestra unidad original.

Lo que hemos de ser, es lo que somos.
 
Thomas Merton

viernes, 11 de junio de 2010


Santa Rafaela María del Sagrado Corazón,

ruega por nosotros.


Pelicula Original JESUS DE NAZARETH / 40 de 50 Partes

La liturgia.

"En la liturgia, la acción divinizante y transformadora de Dios es ejercida sobre nuestras almas de un modo muy especial. 

La Misa es el centro privilegiado de esta acción divina sobre nuestra libertad interior, porque Cristo está presente en el gran hecho redentor de su muerte y Resurrección, siempre que el pan y el vino sean válidamente consagrados en el sacrificio eucarístico. Quienes participan del sacrificio ingresan con El al misterio.
"Tantas veces como este sacrificio sea ofrecido-dice una plegaria de la Liturgia- se lleva a cabo la obra de nuestra redención".

Los fieles mueren y resucitan con Cristo en todos sus contactos sacramentales con el Salvador resucitado y, al hacerlo así, se vuelven capaces de experimentar el crecimiento del conocimiento espiritual y el incremento de la libertad interior que les ha brindado el encuentro con El. De este modo desarrollan el don de la vida sobrenatural que les fue impartida en el bautismo. Pero este crecimiento y desarrollo nunca será completo si ellos no prolongan estos contactos litúrgicos por medio de la oración en privado, la meditación, el ascetismo y las obras de caridad. La gracia de los sacramentos no es concedida sólo para ser disfrutada sino usada. No es algo para pensar u observar, debe ser puesta en acción. Sólo entonces comenzamos a apreciar lo que hemos recibido porque entonces la gracia se apodera de nuestro espíritu en el ejercicio de nuestra alibertad interna. "
de El Hombre Nuevo. Thomas Merton, 148

De la homilía del Papa Benedicto en la misa de clausura del año sacerdotal junio 2009-junio 2010

Fiesta del Sagrado Corazón

Celebramos la fiesta del Sagrado Corazón de Jesús y con la liturgia echamos una mirada, por así decirlo, dentro del corazón de Jesús, que al morir fue traspasado por la lanza del soldado romano.

Sí, su corazón está abierto por nosotros y ante nosotros; y con esto nos ha abierto el corazón de Dios mismo.

La liturgia interpreta para nosotros el lenguaje del corazón de Jesús, que habla sobre todo de Dios como pastor de los hombres, y así nos manifiesta el sacerdocio de Jesús, que está arraigado en lo íntimo de su corazón; de este modo, nos indica el perenne fundamento, así como el criterio válido de todo ministerio sacerdotal, que debe estar siempre anclado en el corazón de Jesús y ser vivido a partir de él.

Quisiera meditar hoy, sobre todo, los textos con los que la Iglesia orante responde a la Palabra de Dios proclamada en las lecturas. En esos cantos, palabra y respuesta se compenetran. Por una parte, están tomados de la Palabra de Dios, pero, por otra, son ya al mismo tiempo la respuesta del hombre a dicha Palabra, respuesta en la que la Palabra misma se comunica y entra en nuestra vida. El más importante de estos textos en la liturgia de hoy es el Salmo 23 [22] – “El Señor es mi pastor” –, en el que el Israel orante acoge la autorevelación de Dios como pastor, haciendo de esto la orientación para su propia vida. “El Señor es mi pastor, nada me falta”. En este primer versículo se expresan alegría y gratitud porque Dios está presente y cuida del hombre. La lectura tomada del Libro de Ezequiel empieza con el mismo tema: “Yo mismo en persona buscaré a mis ovejas, siguiendo su rastro” (Ez 34,11)....

martes, 8 de junio de 2010

"Tres etapas en la vida espiritual. Un proceso de búsqueda". Henri J. Nowen

La sabiduría de la historia.
Aunque prácticamente todos los crisitanos que quieren alcanzar a su Dios con fe perseverante van a buscar en algún momento de su vida a alguien que pueda ser su  guía espiritual, el hecho no se limita a la relación de dos personas solamente.
La sabiduría espiritual de muchos cristianos, quienes en el curso de la historia han dedicado sus vidas a la oración, está preservada y viva en diferentes tradiciones, estilos de espiritualidades que perviven en el cristianismo contemporáneo.
 De hecho, nuestros primeros guías y lo que más influye a menudo son las costumbres de oración, los estilos culturales y los modos de hablar sobre Dios que pertenecen al medio en que vivimos.

Cada medio espiritual tiene su propio énfasis. En unos sitios se pone el acento en el silencio, en otros en el estudio de las Escrituras. En unos, la meditación individual es considerada como central, en cambio, en otros, lo es el culto comunitario. En unos, la pobreza es el concepto unificador; en otros es la obediencia. Para algunos, las experiencias místicas son sugeridas como el camino de la perfección; para otros, como la senda de la vida diaria. Mucho del énfasis depende del tiempo en el que la nueva espiritualidad encuentra sus orígenes, en el carácter personal del hombre o de la mujer que fue o es su principal inspirador y en las necesidades particulares a las que responde.

El hecho de que estas espiritualidades estén mayormente relacionadas con personalidades históricas influyentes como guías, auténticos faros en la noche espiritual de la época en que vivieron, nos ayuda a usarlas como guías reales en la búsqueda de nuestro camino personal. Benito, Francisco, Domingo, Ignacio de Loyola, Teresa de Ävila, Jacob Boeheme, Francisco de Sales, Geroge Fox, John Welsley, Henry Martyn, John Henry Newman, Sören Kierkegaard, Charles de Foucauld, Dag Hammarskjöld, Martin Luther King, Jr., Thomas Merton y muchos, muchos otros nos ofrecen, con el testimonio de sus propias vidas y de las vidas de sus discípulos y estudiosos, un marco de referencia y un punto de orientación en nuestros intentos de encontrar la oración de nuestro corazón.

Recuerdo haberme encotnrado un día a un hombre muy tímido, apartado de todos. Aunque era muy inteligente, se diría que el mundo le venía muy ancho. Le asustaba emprender cualquier sugerencia brillante, que se saliera de lo normal. Para él, el pequeño camino, la vida en profundidad de las pequeñas realidades de cada día era la forma de rezar. Cuando habló sobre Teresa de Lisieux, su guía espiritual, sus ojos se iluminaron y parecieron llenarse de gozo. Pero en cambio, un compañero suyo, más apasionado, necesitaba el ejemplo de san Antonio el Ermitaño o de Bernardo de Claraval y otros grandes atletas del crisianismo para ayudarle en su búsqueda de una auténtica vida espiritual.

Sin la inspiración de estos guías es muy difícil permanecer fiel al deseo de encontrar nuestro propio camino. A menudo se convierte en una búsqueda difícil y solitaria y nosotros necesitamos constantemente nuevas visiones, apoyo y consuelo para perseverar. Los santos relamente grandes de la historia no nos piden que los imitemos.
Pero nos invitan a entrar en sus vidas y a  orefcer un espacio de acogida que nos ayudará en nuestra propia búsqueda. Algunos no nos atraen, nos dejan intranquilos. Otros llegan a irritarnos. Pero entre los muchos grandes maestros de vida espiritual, hombres y mujeres, podemos encontrar unos pocos, quizás uno o dos, que hablan el lenguaje de nuestro corazón y nos animan.
Estos son nuestros guías. No para que los imitemos, sino para ayudarnos a vivir nuestras vidas de una forma auténtica, lo mismo que ellos vivieron las suyas.
Cuando hemos encotnrado estos guías, tenemos motivos para sentirnos agradecidos y más razones para ecuchar atentamente lo que tienen que decirnos.
pág. 139.- ed.PPC

domingo, 6 de junio de 2010

“El Pastorcico” de S. Juan de la Cruz
1) Un pastorcico solo está penado

ajeno de placer y de contento

y en su pastora puesto el pensamiento

y el pecho del amor muy lastimado.

2) No llora por haberle amor llagado

que no le pena verse así afligido

aunque en el corazón está herido

mas llora por pensar que está olvidado.

3) ¡Que sólo de pensar que está olvidado

de su bella pastora con gran pena

se deja maltratar en tierra ajena

el pecho del amor muy lastimado!

4) Y dice el pastorcito: ¡Ay desdichado

de aquel que de mi amor ha hecho ausencia

y no quiere gozar la mi presencia

y el pecho por su amor muy lastimado!

5) Y al cabo de un gran rato se ha encumbrado

sobre un árbol donde abrió sus brazos bellos

y muerto se ha quedado asido de ellos

el pecho del amor muy lastimado.

sábado, 5 de junio de 2010

La Eucaristía y santa Rafaela María del Sagrado Corazón.

En Jesús, por Jesús y para Jesús.
En síntesis, puede decirse que la “vida de reparación” de la M. Sagrado Corazón es la totalidad de su vida ofrecida a Cristo, hecha adoración y sacrificio, no unas “prácticas reparadoras” insertas en una vida religiosa. Cada uno de los aspectos que tal vida presenta no pueden ser interpretados aisladamente, intentando constituir unidades que adquieran entidad en sí mismas, fuera del contexto que los acompañan. El conjunto de su vida ilumina y confiere su sentido verdadero a cada una de las etapas de la misma o a sus diversas facetas. No hubo ni inconsecuencia ni fractura alguna entre su línea de pensamiento y su forma de vivir o actuar, ni tampoco existieron divergencias entre unos y otros períodos de su vida; son partes de un todo que se complementan y explican mutuamente. Esta unión e interdependencia, explican el peligro de deformación inherente a una disección en busca de conclusiones parciales válidas.

La armonía pensamiento-existencia y la coherencia en el desarrollo de su vida en el tiempo, no significan, ni mucho menos, que la vida espiritual de la M. Sagrado Corazón haya sido un bloque monolítico; fue “vida” abierta a la gracia y, por tanto, sometida a su influjo experimentó un progresivo perfeccionamiento. En ella afloran los elementos doctrinales que la fundamentaron: Estatutos y Constituciones; en los apartados anteriores se ha puesto de manifiesto cómo vivió cuanto encierra “la Regla”, de cuya observancia fue exactísima y fiel hasta la muerte; pero una vida no es un código y la traducción existencial de una Regla presenta particularidades únicas.

Del conjunto de escritos personales de la Madre se infiere que el dinamismo de su vida espiritual se dirige a Cristo; la mayoría de las oraciones, peticiones, etc a El van dirigidas y a El, naturalmente, la Adoración Eucarística, fundamental en la espiritualidad de la Madre. El Amor, generalmente, lo concibe procediendo del “Corazón divino”-“el Amor del Corazón de Cristo envolvía mi alma y mi cuerpo”-el pecado, las ofensas como una negación, o ceguera, a aceptar este Amor. Por otra parte expresa claramente el papel de Cristo como Mediador ante el Padre, y sus méritos los que interceden por nosotros; en su negación, o ceguera, a aceptar este Amor. Por otra parte expresa claramente el papel de Cristo como Mediador ante el Padre y apoyada en El, dirige a Dios Padre sus peticiones. Su vida está fundada en esta relación con Cristo: se sabe por El amada, redimida; en El viviendo y la Vida de El; encontrando en El a todas las criaturas y encontrándose con Dios en El. En algunas ocasiones su oración se dirige directamente a Dios, Padre y Creador.(A veces, como se deduce por el contexto utiliza los términos Dios y Nuestro Señor, tanto para referirse a Dios Padre como a Cristo; por tanto cuando el contexto no aclara lo suficiente su terminología no permite mayor precitación).

La reparación, tal como la Madre la entiende, no es una tarea individual, sino una misma “vida compartida”, una misma llamada de Dios a realizar por una comunidad, “una casa de reparación”, que debe ser “un corazón solo y una ánima sóla”.

La vida de reparación se centra en torno a la Eucaristía, considerada fundamentalmente como Misterio de Presencia, por lo que destaca en primer término una fuerte polarización hacia la Comunión y la Adoración al Santísimo Sacramento expuesto, con las características señaladas en las Constituciones.

• Ante el Dios que viene a la criatura, “el Dios inmenso que poseemos en el Santísimo Sacramento y viene todos los días a nuestro corazón”, para llenarla con sus gracias “por Jesús nunca queda el dar a manos llenas”, para entregarse al hombre que libremente quiere aceptarle, la respuesta de la Madre es:

-un deseo ardiente de recibirle, “unas ganas de comulgar que me deshacía”,

-un agradecimiento sin límites “con la boca por tierra dándole gracias y que toda nuestra vida sea una continua acción de gracias”.

• La Adoración será un tiempo favorable de oración ante el Dios-con-nosotros, para

-honrar su presencia,
-agradecer,
-interceder,
-suplicar,

-ofrecer y ofrecerse con “el corazón ardiendo en amor humilde por El”, “estar con El”, para recibir de El capacidad de “no cortar el hilo de su misericordias” y permanecer en el dinamismo continuo del amor que lleva, en último término, a “estar en Dios y de Elo recibirlo todo”.

El “torrente de amor que sale de Cristo” debe alcanzar a cada hombre y a todos los hombres, “hijos todos de su Corazón”; a los hombres que, “ciegos, no reconocen los beneficios de Dios, del corazón de Cristo todo misericordia con los pobres pecadores”. De aquí la proyección apostólica de la reparación:

-poner a Cristo a la adoración de los pueblos

-trabajar, como pueda, para que lo conozcan y lo amen.

Esto es:

-culto público, concebido explícitamente como apostolado, por lo que pide un planteamiento tal que atraiga a los hombres a participar en él, además de ser una manifestación “ante los pueblos” de la fe en la Presencia de Cristo, en su Acción Redentora.

-obras apostólicas encaminadas a dar a conocer el “Amor de Dios” y a que sea correspondido.

Apostolado todo, nacido de una vida de unión con Cristo, para que pueda ser vivido “con el interés de su propio Corazón”.

A nivel personal íntimo, la vida eucarística culmina en la Madre en un sacrificio existencial: “la mayor obra que yo puedo hacer por mi Dios es entregarme…”. Lo que en un primer tiempo fue para la Madre “hacer por Cristo”, con la sinceridad de su ofrecimiento “sin poner obstáculos”, pasa a ser un “vivir en Cristo”, participando de “su vida de amor sacrificado”, renunciando a todo para ganar a Cristo por el camino del tercer grado de humildad, convirtiéndose en “una posesión de Dios”. Y alcanzar, como fruto de un proceso de apertura a la gracia, la humildad del corazón que todo lo espera de Dios, “de El recibirlo todo”, en la que la Madre hace radicar la actitud del alma reparadora: “en la que Dios descansa de las ofensas…”y que casi legó como testamento al Instituto: “humildes, humildes”. Todo su vivir cotidiano no fue más que el cumplimiento por vía de caridad, de este “tomad, Señor, y recibid”…”Solo en Jesús, por Jesús y para Jesús toda mi vida, toda mi alma y todo mi corazón y para siempre…El Fiat es el acto de amor más hermoso y más puro que se puede hacer al Señor, a Dios”.

(Anotaciones sobre la espiritualidad de Santa Rafaela María del Sagrado Corazón. Mercedes Aguado aci)

conociendo a santa Rafaela

jueves, 3 de junio de 2010

¿Podemos conocer los últimos sentimientos de Jesús en la cruz?

Secundino Castro
(El artículo está tomado de http://www.ocdcastilla.org/)


Jesucristo, Nuestro Señor, segunda persona de la Trinidad, hecho carne (Jn 1,14), semejante a los hombres (Flp 2,7), probado en todo, igual que nosotros, excepto en el pecado (Hb 4,15), murió bajo el poder de Poncio Pilato en la ciudad de Jerusalén, "y muerte de cruz" (Flp 2,8). "El más cruel y terrible suplicio" (Cicerón). Como hombre, el Señor apuró hasta el final la copa de la muerte. Pero, ¿cómo fue esa muerte?

Dos evangelistas, Mateo y Marcos ponen en boca de Jesús las palabras iniciales del salmo 22: "¡Dios mío, Dios mío!, ¿por qué me has abandonado?" Mateo las trascribe en hebreo y Marcos en arameo. Hoy clarificados lingüistas dicen que la versión griega que dan Marcos y Mateo de esas palabras del salmo 22 no debe traducirse: "¿por qué me has abandonado?", sino "¿para qué me has abandonado?".

Ahora bien, ¿pronunció Jesús realmente estas palabras?; porque Lucas afirma que sus últimas palabras fueron: "Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu", que son del salmo 31,6, menos la palabra Padre. Por su parte, Juan sostiene que lo último que dijo Jesús fue "todo está consumado" (19,30).

Los tres sinópticos dicen que Jesús dio un gran grito momentos antes de expirar, cosa que no aparece en Juan, quien afirma que inclinando la cabeza, entregó el espíritu. Ese inclinar la cabeza parece que es la expresión de quien se dispone para dormir dulcemente. Así lo entienden gran número de intérpretes.

Siempre se ha pensado que lo original estaría en la expresión que nos han conservado Mc y Mt; los otros evangelistas se referirían a la comprensión profunda y teológica del suceso. La posible angustia de Jesús, en lo más hondo de su ser, en quien siempre buscaba complacer al Padre, se tornaría en el caso de Lucas y Juan en paz y bello sosiego.

A partir de aquí no pocos teólogos han recargado las tintas para enseñar que Jesús bajó hasta lo más profundo de la angustia humana y que experimentó el amargor del morir, alcanzando lo más hondo de las noches oscuras según Juan de la Cruz o los abismos más profundos de lo humano según Moltmann y otros. Pero analicemos el hecho más detenidamente.

"Dios mío, Dios mío"... son las primeras palabras del salmo 22. En aquella época, lo normal era citar los libros de la Biblia por sus primeras palabras. Según esto, quizás los evangelistas lo único que pretendían decir es que Jesús murió con el espíritu de este salmo. Otros suponen que lo que se querría decir es simplemente que Jesús murió recitando el salmo. Pero, a mi juicio, esto último es poco probable, dado el atroz dolor de la cruz. Lo más, sería suponer que de vez en cuando Jesús pronunciara algunas palabras de dicho salmo.

Pero el problema se plantea cuando, oyendo a Jesús, algunos de los allí presentes piensan que llama a Elías. De la expresión Elí, Elí (Mt), o Eloí , Eloí (Mc) no es posible que se extraiga esa conclusión, sobre todo si quienes sufren tal extrañeza son judíos, como parece deducirse de los evangelistas, a los que han hecho referencia poco antes al hablar de los escarnios que hacían al Crucificado. "La confusión de Eloí por Elías es casi imposible acústica y filológicamente. Habrá que pensar en una distorsión voluntaria" (J. Gnilka).
Otra cosa es si Jesús pronunció alguna frase de ese salmo en hebreo. En efecto, en el versículo 11 se lee: Elí atha: "mi Dios, tú". Esta expresión pronunciada por un agonizante con la garganta seca y con unos 39 grados de fiebre pudo sonar en los oídos de los allí presentes como Eliyah tha, en arameo, que ciertamente significa: "Elías, ven".

El versículo en cuestión dice así: "A ti me confiaron al salir del seno, desde el vientre materno (Elí atha) tú eres mi Dios". Todo el versículo está transido de ternura y de infancia. Se alude dos veces al seno y se hace relación a la madre. Jesús habría pronunciado las palabras finales de ese versículo. Pero en su mente y corazón estaría todo el versículo. Así, pues, podemos decir que Jesús murió con el Abbá en los labios.

Pero al resaltar los dos evangelistas el comienzo del salmo 22, quizás quieran afirmar que en plena angustia física y ¿desamparo espiritual?: "para qué me has desamparado", al que alude Juan de la Cruz, Jesús sintió el perfume de la ternura de Dios, y no pudiendo contenerse, gritó como un niño confiado, llamándole Padre (Abbá).

Todo el versículo habla de confianza infantil: "desde el vientre materno tú eres mi Dios". De un seno (el de María) a otro seno (el del Padre). En este sentido tiene también razón Lucas que sostiene que Jesús murió exclamando: "Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu" (Sal 31,6), y Juan, que presenta su muerte como un dulce sueño.

De esta forma, Jesús habría vivido en su cruz todo el proceso del salmo 22, que comienza con una experiencia profundamente dolorosa para terminar en una actitud de calma confiada. Además esto resolvería la extrañeza de no pocos autores que no se explican por qué siempre que Jesús ora se dirige a Dios con el título de Padre (Abbá), menos en la cruz en el caso de Mt y Mc.

También podríamos encontrar la respuesta a las palabras del Centurión, que al ver morir así a Jesús, exclamó: "verdaderamente este hombre era hijo de Dios" (Mc 15,39). Y aquí sería bueno proseguir con el sentido de la ruptura del velo del templo. Pero esto sería ya demasiado. "Y por eso, aquí lo dejo". San Juan de la Cruz



Un Pastorcico



1. Un pastorcico solo está penado,

ajeno de placer y de contento,

y en su pastora puesto el pensamiento,

y el pecho del amor muy lastimado.



2. No llora por haberle amor llagado,

que no le pena verse así afligido,

aunque en el corazón está herido;

mas llora por pensar que está olvidado.



3. Que sólo de pensar que está olvidado

de su bella pastora, con gran pena

se deja maltratar en tierra ajena,

el pecho del amor muy lastimado.



4. Y dice el pastorcito: ¡Ay, desdichado

de aquel que de mi amor ha hecho ausencia

y no quiere gozar la mi presencia,

y el pecho por su amor muy lastimado!



5. Y a cabo de un gran rato se ha encumbrado

sobre un árbol, do abrió sus brazos bellos,

y muerto se ha quedado asido dellos,

el pecho del amor muy lastimado