Tercer día
Bogotá, lunes 22 de junio de 2009
Comenzamos esta tercera jornada del Congreso con la Eucaristía presidida por Monseñor Pedro Barretto, obispo de Huancayo (Perú), animada por los hermanos salesianos, y con una homilía-eco de la Palabra, que nos llenó de profundidad y compromiso.
El P. Víctor Martínez nos recuerda, en nombre de los teólogos y teólogas de la CRC y de la CLAR, que pretendemos pasar de la mentalidad dialéctica a la dialógica integral que está en movimiento, alegría, flexibilidad, interculturalidad, confianza, ritmo… (tal como nos provocó el Ballet de Sonia Osorio). Para ir buscando las “líneas inspiradoras” de la vida religiosa del futuro, escuchamos expresiones como “correlación”, “creatividad fiel y fidelidad creativa”, “que América latina sea Latina”, “creer que otro mundo es posible y otra vida religiosa es posible”, “volver a las fuentes es memoria peligrosa”, “integración entre espiritualidad y corporeidad”, “pilares de la VR: espiritualidad, comunidad, misión y persona”, “si no tengo tiempo para descubrirme, no tengo tiempo para descubrir al otro”, etc.
Y le toca el turno teológico al P. Juan Bautista Libanio. De pie, sin papeles, sin lecturas de lo que está escrito en las memorias y sin muchos tecnicismos (aunque con algunos “latinajos”) nos empezó a conversar de su experiencia y sus inquietudes, entre anécdotas hilarantes y profundidad desafiante. Dice que existe una línea de convergencia entre la teología y la vida religiosa: la fe. No la fe que “busca la inteligencia”, sino la que encuentra a “Dios con nosotros”. La teología no nace del “pensar” sino del “vivir”, contemplar lo vivido (no “googleando”, sino “profundizando e internalizando”). Así hicieron Benito, Domingo, Francisco, Ignacio… y todos/as nuestros/os fundadores/as. En la acción transformadora de la realidad está Dios, y en lo pequeño y personalizado del encuentro con el hermano tenemos la experiencia fundante de Dios.
Nos hace falta caer en la cuenta de que una cosa es la presencia (lo que existe) y otra la conciencia (cuando se presta atención a lo que existe). Por eso, podemos hablar de tres “rupturas” que han ayudado a pasar de la presencia a la conciencia de los “pobres” en la Iglesia y la Vida Religiosa de Latinoamérica y el Caribe. La primera se da en el Vaticano II, que pasa de la institución (lo que se ve) al carisma (intuición invisible) en la experiencia de Dios, la vida comunitaria y la misión. En segundo lugar, Medellín, que hace la opción por los pobres (sin el calificativo que “descafeína” el sustantivo), a quienes ya no se les ve con prismáticos sino como sujetos con quienes se hace la nueva hermenéutica de la Palabra de Dios y de la Vida Consagrada. La tercera ruptura es la Posmodernidad, por la que pasamos del ser y el tener al “aparecer”, y donde la ambigüedad y la exterioridad se hacen más evidentes y los pobres más invisibles…
La vida religiosa está llamada a pensar a partir del pobre, con una “cercanía vecina”; y articulando su experiencia en redes sociales que nos ayuden a tejer todas las iniciativas que se desarrollan en defensa de los derechos vitales del ser humano.
La segunda conferencia magistral de esta mañana fue presentada por la hermana Bárbara Buckler, recordando que la Vida Religiosa es carisma del Espíritu Santo y que ha de vivir la vocación y santidad del seguimiento de Jesús, para estar con él, ser enviados por él y anunciar el Reino que él anunció. Desde aquí,- nos dijo- la vivencia comunitaria da sentido a la autoridad jerárquica con la ley del amor, es decir, “hacer amor de la ley y hacer de la ley el amor”. Por eso, y como criterio de discernimiento, podemos asegurar que si algo nos hace crecer en el amor, la fe y la esperanza… es de Dios, y que la Vida Religiosa es “vivir la fe en hermandad de discípulos/as misioneros/as”, ampliando el concepto lógico-conceptual con el afectivo-experiencial. Somos “congregación”, porque nos unimos y nos reunimos en comunión, más que en institución (que a veces nos disgrega con “ideo-logías”). Con el texto de Pablo a los Corintios, se nos recuerda que “siendo rico se hizo pobre para enriquecernos con su pobreza”, y que nuestra vida religiosa ha de aprender a vivir con sobriedad, solidaridad y servicio a los pobres, con el criterio kairológico (más que el cronológico) y teniendo en cuenta la protologÍa y la escatología en nuestra manera de “vivir lo penúltimo desde la perspectiva de lo último”, con total disponibilidad para preferir a los que más necesitan amor. Releyendo, pues, el texto de Mt 25, desde esta perspectiva, podemos entender de manera novedosa y liberadora los tres votos evangélicos.
Ya son las cuatro y media de la tarde y, estamos en la última etapa de este Congreso de Vida Religiosa y Teología. Mons. Pedro Barretto, sj (Obispo de Huancayo – Perú) comienza su Conferencia magistral diciendo que ama la Vida Religiosa como miembro de la Compañía de Jesús y agradece la cantidad de congregaciones que están colaborando en su diócesis y en toda Latinoamérica y el Caribe, especialmente en los lugares más difíciles. Entre algunas citas del Documento de Aparecida y Vita Consecrata, el mensaje del Papa a los obispos del Perú (Ad Limina) y su propia reflexión, se nos invita a anunciar, denunciar, discernir y acompañar a los pobres de hoy, como profetas de ojos y oídos atentos a toda nuestra realidad, especialmente a los pobres y a la naturaleza (“el mayor desastre ecológico es la pobreza”). Necesitamos nuevas y restablecidas relaciones con nosotros mismos, la naturaleza, los demás y Dios, porque la vocación siempre es con-vocación.
Nos hace algunas preguntas; por ejemplo: “¿qué aporta la Vida Religiosa frente a los graves problemas socio-ambientales, por culpa del uso irracional de los recursos?”. Nos cuenta la realidad de la población peruana de La Oroya (de su diócesis), que es una la de las diez ciudades más contaminadas del mundo. Atreverse a dar respuesta a este drama implica asumir el riesgo (incluso de sus vidas) como religiosos/as, obispo y tanta gente que busca caminos diferentes a los intereses del estado o de los dueños de la fábrica. De hecho, el estilo sencillo de la vida religiosa no está “para ser comprendido sino para ser vivido al estilo de Nazaret”. Los textos de Jr 14, 17-18, Ez 3,7-9 y VC 84 nos animan a una vida religiosa místico-profética.
“Lo peor que nos puede pasar es la indiferencia; el don de amar y sentir nos hace humanos”, nos dijo Norma Helena Gadea (nicaragüense), a través de doce “cantos a la vida”, llenos de sentimiento, mensaje, profundidad de fe y humanidad. La voz y la guitarra pusieron música a los impulsos del Espíritu a través de las 26 conferencias, los diálogos y propuestas para el futuro, haciendo memoria de los cincuenta años de la vida de la CLAR.
El P. Ignacio Madera clausura este Congreso, hace el brindis final y nos dependimos con sabor a “Camino recorrido y por recorrer”, con el libro de “Memoria de los 50 años de la CLAR” y el diploma de participación.
La mayoría de los/as congresistas vuelven a sus casas y los/as representantes de cada una de las Conferencias de Religiosos/as de los 21 países, continuamos en la XVII Asamblea General de la CLAR.