MANDA TU LUZ DESDE EL CIELO
LUZ QUE PENETRA LAS ALMAS
BRISA EN LAS HORAS DE FUEGO
ENTRA HASTA EL FONDO DEL ALMA
INFUNDE CALOR DE VIDA EN EL HIELO
Madre Teresa y la Eucaristía
Cristo no puede engañarnos.
Por ello, nuestras vidas deben estar entrelazadas con la Eucaristía.
El Cristo que se nos ofrece bajo las apariencias de pan, y el Cristo que se oculta bajo las semblanzas doloridas del pobre es el mismo Jesús.
Por eso, nosotras no somos simples asistentes sociales.
Un cristiano, si cree que está alimentando a Cristo hambriento, que está vistiendo a Cristo desnudo, es un contemplativo desde el corazón mismo de su hogar, de su vida, del mundo mismo.
Por eso yo defino a nuestras Hermanas y Hermanos Misioneros de la Caridad como contemplativos insertos en el mismo corazón del mundo durante las veinticuatro horas del día.
¡Dar!
Ofrecer a quienes viven en nuestro entorno el amor que hemos recibido.
Dar hasta sentir daño, porque el amor auténtico hiere. Es por lo que tenemos que amar hasta sentir dolor: a través de nuestro tiempo, de nuestras manos, de nuestros corazones.
Tenemos que compartir todo lo que tenemos.
Hace tiempo, en Calcuta, teníamos dificultades para conseguir azúcar.
Un día un niño pequeño, de nada más que cuatro años, un niño indio, vino con sus padres y me trajo un tarro de azúcar.
Me dijo: "Estaré tres días sin comer azúcar. Dé esto a sus niños".
Aquel niño pequeño amaba hasta el sacrificio.
En otra ocasión, un señor vino a nuestra casa y me dijo: "Hay una familia hindú con unos ocho hijos que llevan mucho tiempo sin probar bocado".
Tomé al instante algún arroz para aquella noche y acudí con él a aquella familia.
Pude ver dibujada la imagen del hambre en aquellos pequeños rostros de niños que semejaban esqueletos humanos.
A pesar de ello, la madre tuvo el valor de dividir en dos raciones el arroz que les había llevado. Y salió.
A la vuelta le pregunté: "¿A dónde ha ido? ¿Qué ha hecho?"
Me contestó: "También ellos tienen hambre".
¿Quiénes eran ellos?
Una familia musulmana que vivía enfrente y con el mismo número de hijos.
Ella sabía que tenían hambre.
Lo que me estremeció más fue que ella sabía y, porque sabía, dio hasta el desgarro.
¡Esto es algo muy hermoso! ¡Esto es amor de hechos! Aquella mujer dio con sacrificio.
No quise llevarles más arroz aquella noche porque quise que gustasen la alegría de dar, de compartir.
¡Tendrían que haber visto ustedes los rostros de aquellos pequeñuelos!
Comprendieron apenas lo que su madre había realizado.
Sus ojos brillaban con la sonrisa.
Cuando llegué, aparecían llenos de hambre. Tristes.
Pero el gesto de su madre les había enseñado en qué consiste el verdadero amor.
¡Esto es lo más grande de los pobres!
La Eucaristía y el pobre no son más que un mismo amor.
Para ser capaces de ver, para ser capaces de amar, tenemos necesidad de una profunda unidad con Cristo, de una oración intensa.
Por eso las Hermanas empiezan su jornada con la misa, la Santa Comunión, la meditación. Y la cerramos con una hora de adoración al Santísimo.
Esta unión eucarística constituye nuestra fuerza, nuestra alegría y nuestro amor.
Hay un pequeño detalle: tenemos que unir la oración con el trabajo. Se lo tratamos de inculcar a nuestra Hermanas invitándolas a "convertir el trabajo en oración".
¿Cómo es posible convertir el trabajo en oración?
El trabajo no puede sustituir a la oración.
De la misma manera, la oración no puede sustituir al trabajo.
Sin embargo, tenemos que aprender a convertir el trabajo en oración.
¿Cómo podemos hacer esto?
Haciéndolo con Jesús, haciéndolo por Jesús, haciéndolo para Jesús.
Ésa es la forma de convertir en oración nuestro trabajo. Es posible que yo pueda seguir con toda la atención. Pero Dios tampoco exige de mí que le dedique toda la atención. En cambio, la intención sí puede ser plena.
Teresa de Calcuta (Del libro de Oraciones Selección del sacerdote misionero Carlos Ruiz de Cascos. Editado en Voz de los sin voz. Tomado de solidaridad.net)
LA "MÍSTICA SOCIAL" DEL PADRE HURTADO
(versión abreviada)
La espiritualidad del Padre Hurtado, en cuanto expresión de la espiritualidad ignaciana, es típicamente cristiana. Lo más propio suyo es haber consistido en una "mística social".
¿No es un contrasentido hablar de "mística social"? Depende de qué se entienda por mística. La palabra mística es griega. Dice relación con el hecho de cerrar los ojos y mirar al interior; con encontrar a Dios en la intimidad del alma, para lo cual todo lo demás, incluido el prójimo, estorba. El cristianismo tomó del griego esta palabra para expresar su experiencia de Dios, pero alteró radicalmente el concepto.
Mística cristiana
Para el cristianismo, la verdadera mística poco tiene que ver con la intensidad y espectacularidad de la experiencia sobrenatural. Lo que distingue a la mística cristiana es ser participación del amor de Dios por el mundo. Dado que en el cristianismo la unión del hombre con Dios es posible en la unión de Dios con el hombre en Jesucristo, la mística cristiana reproduce en la historia el destino salvador del Hijo de Dios. Hay experiencia mística cristiana allí donde hay rechazo del mundo como pecado y amor del mundo como criatura de Dios; donde liberarse del mundo consiste en salvar el mundo.
En este sentido, la creación no es un obstáculo para la unión con Dios: es el lugar obligado de su encuentro. Por el contrario, el pecado consiste precisamente en pretender una unión con Dios al margen de la historia, huyendo de la vida, quitando el cuerpo a los problemas en vez de enfrentarlos. Por eso, nada expresa mejor la mística cristiana que la indisolubilidad del amor a Dios y al prójimo y ¡al enemigo! Conoce a Dios el que ama lo que Dios ama: la creación entera, al justo y al pecador.
Para Alberto Hurtado, el prójimo, el pobre y la transformación de una sociedad injusta, no fueron una distracción a su oración. Al revés. Su mística es social porque es cristiana. Su santidad invierte el interrogante inicial: ¿es posible una mística que no sea social? ¿Es pensable una mística auténtica que metódicamente haga oídos sordos al clamor de dolor de la inmensa mayoría de la humanidad?
Mística del P. Hurtado
Alberto Hurtado es un místico cristiano. Su intimidad con Dios es recuperable en los testimonios de lo que constituyó la voluntad de Dios para su vida: la edificación de un orden social más justo y caritativo, como expresión de amor a Cristo identificado con los pobres y liberador de los pobres. Porque el amor a Cristo en el prójimo está al centro de su vida espiritual, la lucha por cambiar las estructuras de las sociedad, que él urge una y otra vez, en ningún caso podría realizarse en perjuicio de personas concretas y de modo alguno posterga el deber de caridad inmediata con los más necesitados.
Dos aspectos son distinguibles en su "mística social": la mística del prójimo y la utopía social; dos aspectos que se exigen recíprocamente.
1. La "mística del prójimo"
Así como el P. Hurtado contempla a Dios en Cristo, contempla a Cristo en el prójimo y, en Cristo, se hace cargo de él. En otras palabras, el ser Cristo para el prójimo, el compromiso ético-activo, deriva su razón de ser del momento místico-contemplativo, del ver a Cristo en el prójimo, y es inseparable de él.
er a Cristo en el prójimo
La razón última del amor al prójimo es que "el prójimo es Cristo". Siendo novicio jesuita se propone "...servir a todos como si fueran otros Cristos"luego, como estudiante, determina fijarse en las virtudes de sus compañeros en quienes ve actuando al Sagrado Corazón. Para Alberto Hurtado Cristo vive en el prójimo, pero especialmente en el pobre:
Tanto dolor que remediar: Cristo vaga por nuestras calles en la persona de tantos pobres dolientes, enfermos, desalojados de su mísero conventillo. Cristo, acurrucado bajo los puentes en la persona de tantos niños que no tienen a quién llamar padre, que carecen ha muchos años del beso de una madre sobre su frente. Bajo los mesones de las pérgolas en que venden flores, en medio de las hojas secas que caen de los árboles, allí tienen que acurrucarse tantos pobres en los cuales vive Jesús. ¡Cristo no tiene hogar!"
Ser Cristo para el prójimo
El aspecto activo, ético, de esta "mística del prójimo", es distinto, pero no separable del aspecto contemplativo, ya que consiste en ser "cristo" para otros "cristos". Para el P. Hurtado, el cristiano es "otro Cristo"; pero no en el mero nombre y la exterioridad, sino por una gracia y convicción interior: "un testigo no será útil a la causa de Cristo, sino en la medida en que un auténtico espíritu cristiano anime su pensamiento y su corazón"Por esto, se indigna contra los "testigos incompletos" que, lejos del Espíritu de Cristo, guardan las apariencias, pero faltan a la justicia y la caridad; clama contra los malos católicos, "los más violentos agitadores sociales";contra los cristianos "nominales" que forman parte del mundo burgués: "... ese conjunto de máximas, de modos de vivir fáciles, muelles, en que el dinero y el placer son los ídolos..."
2. La utopía social
La "mística social" de Alberto Hurtado ansía cambiar las estructuras de la sociedad, como expresión del más alto amor al prójimo. El expresa su utopía social en dos conceptos: el de Orden social cristiano y el de Cristianismo integral.
El Orden social cristiano
El orden social existente, según el P. Hurtado, "tiene poco de cristiano" Es imperativo cambiarlo. "El orden social actual no responde al plan de la Providencia" No puede ser "orden" la conservación del statu quo; el "'orden económico' implica gravísimo desordenPara el P. Hurtado, el Orden social cristiano -concepto que extrae de la Doctrina Social de la Iglesia- reproduce el Reino de Dios del Evangelio. Como el Reino, ya está en gestación "entre sacudimientos y conflictos"Lo describe así:
"Hemos de desear un orden social cristiano. Este supone el respeto a la Iglesia, a su misión de santificar, enseñar, de dirigir a sus fieles, y supone también algo tan importante como esto: que el espíritu del Evangelio penetre en las instituciones, y que las leyes se inspiren en la justicia social y sean animadas por la caridad. Un Estado es cristiano no sólo cuando establece el nombre de Dios en sus juramentos, sino cuando el sentido del Evangelio domina su espíritu"
La construcción de este orden, sin embargo, no será posible si se olvida que "el primer elemento de restauración social no es la política, sino la reforma del espíritu de cada hombre según el modelo que es Cristo"Pero, dirá también: "Esta reforma (de estructuras) es uno de los problemas más importantes de nuestro tiempo. Sin ella la reforma de conciencia que es el problema más importante es imposible"
Cristianismo integral
auspicia, procura que la fe en Cristo se manifieste en todos los aspectos de la vida, no sólo en ocasiones religiosas; pero tampoco en un puro cambio de estructuras.
mplísimas son las áreas y ángulos de la vida humana, que el P. Hurtado quiere cristianizar. Se ocupa de la educación, la alimentación, la salud, la vivienda, el trabajo, la empresa, los salarios, la familia, la propiedad, las clases sociales. Es notable verlo hacer una lectura de la historia de Chile desde la perspectiva de los indios tratados como bestias. Critica a su querida Iglesia por la negligencia en la pérdida de los obreros. Está atento a lo nacional e internacional. Así como ausculta los signos de los tiempos, se interesa por el gesto cristiano pequeño: invita a ponerse en el punto de vista ajeno o alegrarle la vida a los demás.
Conclusión
La gran diferencia del cristianismo con los "espiritualismos" que lo desvirtúan, desde el gnosticismo herético del siglo I hasta el de nuestros días, está en postular el amor de Dios por el mundo. La mística cristiana, la mística del P. Hurtado, se distingue y se opone a otras místicas, porque en ella la creación entera, y el prójimo en particular, no es óbice a la contemplación, sino condición de autenticidad.
Publicado en Mensaje nº 442, 1995.
Sergio Rubin
¿Por qué optaron por ejercer su ministerio y vivir en una villa?
-Pepe Di Paola: Por nuestro gran amor a la Iglesia y el deseo de asumir la opción preferencial por los pobres. Las villas son un ámbito privilegiado para vivir y actuar según ese compromiso.
-Nibaldo Leal: En mi caso agregaría que provengo de una familia obrera y me pareció valioso estar con quienes conozco.
-Carlos Olivero: Lo misionero siempre estuvo latente. Cuando estudiaba medicina quería ser parte de Médicos sin Frontera Además, de chico tuve una vida tranquila, me preguntaba porqué Dios no me mandaba dificultades y entendí que era para que me ocupara del dolor de los otros.
-Martín de Chiara: Cuando era seminarista hice una experiencia en una villa y descubrí qué lindo es vivir y trabajar con los pobres. Me fui enamorando de esa opción y, finalmente, se me dio.
-Guillermo Torre: Lo mismo me pasó a mí: siendo seminarista me desenvolví en una villa y eso me marcó. Quedó en mi corazón el deseo de actuar allí y, gracias a Dios, lo pude concretar.
¿Se consideran seguidores del Movimiento de Sacerdotes para el Tercer Mundo (MSTM)?
-Di Paola: Somos hijos de aquel movimiento porque allí actuó el padre Carlos Mugica y sus compañeros y se inició una corriente de curas para las villas. Nos sentimos herederos de esa linda tradición, pero con los desafíos de hoy.
-Torre: Una vez me preguntaron si estar en la parroquia de la villa de Retiro, donde reposan los restos de Mugica, es una carga y yo respondí que, al contrario, es un desafío porque él nos marcó un camino que, salvando las diferencias de época, tratamos de seguir. Queda clara la identificación de ustedes con el padre Mugica…
- Di Paola: A mí no solo me marcó como seminarista, sino que, a medida que fui conociendo más su vida, ésta me sirvió mucho en todos los momentos de mi compromiso sacerdotal con los pobres.
-Torre: Para mí es un modelo, no sólo por lo que fue, sino por lo que significó para la gente como se evidenció hace unos años durante el traslado de sus restos a la villa. Hay quienes acusaban al MSTM de un exceso de ideologización…
-Di Paola: Puede haber algo de verdad y algo de prejuicio. Lo importante es que durante todo este tiempo la Iglesia y los curas com prometidos con los pobres recorrieron un camino de reivindicación de la fe del pueblo, que inf luyó mucho para no ideologizar hacia ningún lado este compromiso. A partir de la iedad popular, no tanto enseñándoles a los pobres, sino aprendiendo de su fe, se logró, más o menos, que los curas tengamos un mismo sentir, pensar y obrar.
-Olivero: Creo que el MSTM instaló el tema de la pobreza en el corazón de la Iglesia. Nosotros somos sus herederos en un clima mucho más pacífico porque hoy la opción preferencial por los pobres es algo que está muy asentada en todos los católicos y aparece en todos los documentos. No hay que estar agitando banderas sobre algo que ya está instalado. Además, cambiaron las urgencias: antes era lo habitacional, la cloaca, la luz; hoy es la droga, la violencia y la marginación.
¿Pero quieren seguir la línea de las fuertes denuncias sociales del MSTM como las referidas a las llamadas “estructuras de pecado”?
-Di Paola: Estamos en la misma actitud a través de nuestros documentos y de nuestra acción, pero con algunas diferencias en su expresión. Es que en aquella época, la denuncia profética estaba marcada por situaciones que, como se acaba de decir, no eran totalmente iguales a las actuales. Las estructuras de pecado tienen nuevas expresiones. No es que no hablemos de ellas. En nuestro último documento decimos que el problema grave no son los chicos, sino los grandes que hicimos una sociedad poco cristiana.
También se criticó la opción partidaria
-por el peronismo- que hicieron miembros del MSTM…
-Leal: Los curas de las villas no somos ajenos a ningún proceso porque estamos insertos en una cultura. En aquel tiempo, el peronismo aparecía como una opción clara por los pobres. Hay que entenderlo en el contexto de la época. Lo importante es estar dentro de la Iglesia, no desfasarse, ni ponerse en contra de ella. Lo partidario no es una opción para nosotros.
-Torre: Todo lo que nosotros vivimos y hacemos lo vivimos y hacemos desde la fe. Lo que nos mueve no es la ideología, sino nuestro amor a Jesús y el Evangelio. Claro que esto nos lleva a vivir una fe encarnada, no alejada de la realidad, sino realmente comprometida a partir de lo que aprendimos en las villas, de lo que la gente nos enseñó. Eso es lo que está en el fondo de nuestra acción.
¿Qué piensan de la Teología de la Liberación?
-Di Paola: Si bien desde nuestra época de seminaristas la leímos y analizamos bastante, nos nutrimos fundamentalmente con la teología que tiene que ver con la religiosidad del pueblo que, a su vez, se relaciona con la cultura de su gente. Nuestro gran maestro fue el padre Lucio Gera, además del padre Rafael Tello. Fueron los que nos marcaron un sentido de Iglesia comprometida buscando la liberación integral del hombre, no desde ninguna ideología, sino desde el Evangelio.
-Olivero: Cuando trabajamos en prevención y recuperación de adictos estamos apostando por la vida que, en el fondo, es buscar la liberación de la persona. La persona que es esclava de la droga necesita ser liberada. En un momento, la teología de la liberación buscó reemplazar el sustrato filosófico aristotélico- tomista por una es tructura filosófica marxista. Nosotros no nos paramos en ninguna concepción ideológica; tratamos de buscar la liberación integral de la persona. Además, no peleamos por cuestiones filosóficas porque la realidad es tan apremiante que no nos deja espacio para ello. ¿Qué piensan de los prejuicios contra los vecinos de las villas?
-Chiara: Lo que pasa es que la gente, por no conocer, no tiene la oportunidad de valorar. Por eso, lo nuestro es siempre una invitación a que la gente se anime a conocer esto que nosotros tuvimos la suerte de conocer. Ver, por ejemplo, lo solidaria que es esta gente.
-Olivero: A mi me duele que la esprensa amarilla difunda sólo los hechos de violencia de las villas. Eso genera una especie de círculo vicioso porque muchos jóvenes que se drogan lo hacen porque no tienen posibilidades de insertarse laboralmente debido a que el empleador, cuando se entera que viven en una villa, tiene miedo y no los quiere tomar. ¿Son religiosos?
-Di Paola: Super religiosos. Conservan una fe que les viene de sus padres, de sus abuelos. Traen la devoción de sus lugares de origen y viven los valores evangélicos. ¿Muchos de los creyentes que no viven en las villas creerían si, como ellos, no tuvieran nada? ¿Ustedes no tienen, a veces, miedo de vivir en una villa?
-Chiara: Si, pero no por la inseguridad nuestra, sino por la posibilidad de que sus habitantes sufran más injusticias. Porque la verdad es que nadie hace nada por lo que pasa dentro de nuestros barrios.