viernes, 6 de julio de 2012

El regreso del hijo pródigo. Meditaciones ante un cuadro de Rembrandt. (Henri Nowen)




..."Adicción" es probablemente la palabra que mejor explica la confusión que imprega tan profundamente la sociedad contemporánea. Nuestras "adicciones" nos hacen agarrarnos a lo que el mundo llama las "claves para la realización personal": acumulación de poder y riquezas; logro de status y admiración; derroche de comida y bebida, y la satisfacción sexual sin distinguir entre lujuria y amor. Estas adicciones crean expectativas que no consiguen más que fracasar al intentar satisfacer nuestras necesidades más profundas. A medida que vamos viviendo en un mundo de engaños, nuestras adicciones nos condenan a búsquedas inútiles en "el país lejano" obligándonos a afrontar constantes desilusiones mientras seguimos sin realizarnos. En estos tiempos de crecientes adicciones, nos hemos ido muy lejos de la casa del Padre. Una vida adicta puede describirse como una vida en "un país lejano". Es desde aquí desde donde se alza nuestro grito de liberación.

Soy hijo pródigo cada vez que busco el amor incondicional donde no puede hallarse. ¿Por qué sigo ignorando el lugar del amor verdadero y me empeño en buscarlo en otra parte?¿Por qué sigo marchándome del hogar donde soy tratado como un hijo de Dios, el amado de mi Padre? Estoy admirado de cómo sigo cogiendo los regalos que Dios me ha dado-mi salud, mis dones intelectuales y emocionales-y sigo utilizándolos para impresionar a la gente, para reafirmarme, y para competir por el premio, en vez de utilizarlos para gloria de Dios. Sí, a menudo los llevo conmigo a al "tierra lejana" y los pongo al servicio del mundo explotador que no reconoce su valor verdadero. Es casi como si quisiera demostrarme a mi mismo y al mundo que no necesito del amor de Dios, que puedo vivir por mí mismo, que quiero ser plenamente independiente. Detrás de todo esto está la gran rebelión, el "No" rotundo al amor del Padre, la maldición no expresada con palabras:"Me gustaría que estuvieses muerto." El "No" del hijo pródigo refleja la rebelión original de Adán: su rechazo al Dios en cuyo amor hemos sido creados y cuyo amor nos sostiene. Es la rebelión que me coloca fuera del jardín, fuera del alcance del árbol de la vida. Es la rebelión que hace que me disperse en un "país lejano".

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